Cataluña
De escritores y de lenguas proscritas
¿Puede un nacionalista iletrado que vive de la política imponer a los escritores el idioma en que tienen que escribir?
De esto hace muchos años, cuando todavía no se había desatado en España el nacionalismo cerril y excluyente. Un grupo de escritores tomábamos café en un restaurante sevillano, orilla rumorosa del Guadalquivir. En la conversación alguien le preguntó a Terenci Moix su opinión sobre escribir en catalán o en español.
-Hombre, –dijo–, yo podría hacerlo en cualquiera de los dos idiomas porque soy bilingüe, pero es que en español llegas a cuatrocientos millones y en catalán a solo cuatro. Ya sé que a algunos nacionalistas les molesta, pero por una parte el escritor debe escribir en el idioma que le dé la gana y por otra el negoci es el negoci. Con el español mi producto llega a más consumidores. ¡Ojalá pudiera escribir también en inglés!
Ahora que se plantea el asunto de los autores catalanes que escriben en español o castellano, como también lo llaman, me acuden a la memoria opiniones casi siempre coincidentes oídas de labios de grandes autores españoles nacidos en Cataluña. Una vez le oí a una prestigiosa novelista barceloní con la que compartí tertulia en Lisboa: «Antes el catalán era la lengua de las criadas que venían de les comarques y estaba muy desprestigiado, pero ahora está de moda y hay gente joven que escribe en catalán y lo hace muy bien». Le dije «¿Y tú, no te animas a escribir en catalán?» Apuro su ginebra, carraspeó un poco, me puso su mano sarmentosa y blanca de gran señora de las letras catalanas en el brazo, y me dijo: «¡Ay, hijo, ¿y qué necesidad tengo? Si escribiera en catalán, tú no podrías leerme».
Puro seny.
Estas respuestas oídas a autores catalanes amantes de Cataluña, su terruño, y respetuosos con los cebollinos (calçots) como seña de identidad, pero también del jabugo onubense, catalanes que, al propio tiempo, son universales, me trae a la memoria casos similares de otros reconocidos escritores del mundo mundial.
El que para muchos lectores es el mejor escritor en inglés del siglo XX, Joseph Conrad, era polaco. ¿Habría alcanzado la notoriedad y la importancia que tiene de escribir en su idioma nacional? En la verde Irlanda el idioma nacional, el gaélico, es cooficial junto al inglés. ¿Debemos reprochar a Sterne, a Oscar Wilde, a Yeats, a Shaw, a James Joyce, a Beckett, a John Banville que escriban en inglés, el idioma de los invasores, y gracias a ello sean grandes autores de la literatura universal? ¿Y qué pensar de Colm Tóibín, también irlandés, que escribe en inglés una gran novela ambientada en Barcelona?
Alejados de estos dilatados horizontes y regresados a la pelusilla autóctona de nuestros ombligos nacionalistas se nos plantean arduas cuestiones: Si uno ha nacido en Cataluña, ¿debe escribir en catalán?, ¿traiciona a su cultura, a su sangre y a su ADN mitocondrial si escribe en español?
¿Son Juan Marsé, Carmen Laforet, Ana María Matute, los Goytisolo o Gil de Biedma autores específicamente catalanes? ¿Qué rasgo determinante existe entre ellos, haber nacido en Cataluña o escribir en español? Sin duda alguna, escribir en español. El lugar de nacimiento o de residencia es desde luego accidental.
Si uno tiene la suerte de ser bilingüe ¿no tiene libertad para escoger en qué idioma escribe? ¿Puede un nacionalista iletrado que vive de la política imponer a los escritores el idioma en que tienen que escribir? De ahí a la creación de una policía del pensamiento solo hay un paso que quizá ya estemos dando.
El idioma es una herramienta y como tal debemos utilizarla, lejos de la política y de la manipulación nacionalista. Marta Ferrusola está en su derecho a usar el catalán cuando escribe a la banca Banca Reig, luego Andbank, de Andorra, donde se habla catalán, Reverend Mosen, soc la mare superiora de la Congregació, desitjaria que traspases dos misals de la meva biblioteca a la biblioteca del capella de la parroquia, ell ja li dirà a on s’ha de colocar. Molt agraida. Marta. El mismo derecho asiste a cualquier escritor nacido en Cataluña a usar el español como medio de expresión para alcanzar a un mayor número de lectores o simplemente porque le peta.
A escritores de mente abierta y alcance universal no se le pueden imponer las cominerías de nacionalistas de vía estrecha y anteojeras que se esfuerzan en desarraigar un idioma, el segundo o el tercero del mundo, de una sociedad que, sin proponérselo, era bilingüe, con la enorme ventaja que ello supone.
Mientras en todos los países cultos del mundo, comenzando por los europeos y Estados Unidos, crece el estudio del español como segundo idioma, en las escuelas de las comunidades separatistas españolas se procura desarraigarlo para crear una generación de escolares que lo ignoren y solo conozcan el suyo privándoles de la inestimable ventaja de ser bilingües.
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