Elecciones catalanas
4 escaños
Si al presidente le importasen un ápice los ciudadanos españoles debería lamentar lo que ha ocurrido.
Hay precios aciagos. Treinta monedas, por ejemplo, o un plato de lentejas, o una misa en París. En las elecciones del domingo, la cifra maldita es el 4, los cuatro escaños que ha ganado el independentismo con respecto a los comicios del 2017. Ezquerra, Junts y la CUP sacaron entonces 70 diputados y ahora han obtenido 74. Naturalmente, los cuatro asientos nuevos que ha obtenido el secesionismo son los cuatro que ha perdido el constitucionalismo, dejando fuera en ambos casos a los Comunes, que han mantenido sus ocho representantes y no se sabe dónde están en esto de la Constitución. Ciudadanos, Socialistas y PP sacaron en 2017, 57 escaños. Ahora, Ciudadanos, Socialistas, PP y Vox se reparten apenas 53. Así pues, lo único que ha cambiado en esta Cataluña siempre partida en dos es, básicamente, que el gran éxito de Ciudadanos en las anteriores votaciones (36 escaños) se ha traslado al PSC (33 escaños). Y Salvador Illa se ha limitado a empatar con ERC, mientras que Inés Arrimadas ganó.
El flujo de esos cuatro escaños, ese lento desangrarse del constitucionalismo, no se debe sin embargo al éxito secesionista, sino a la baja participación, de apenas el 54 por 100 del censo, que ha dejado en casa sobre todo a los mayores constitucionalistas, más asustados por el covid y escasamente motivados. Es decir, de haberse celebrado las elecciones en momento menos grave sanitariamente, esos cuatro escaños no se hubiesen desplazado. A Iván Redondo, Tezanos y Pedro Sánchez les debemos encuestas (normales y flash), cálculos interesados y propaganda que han influido para que los jueces no cambiasen la decisión del parlament local de votar un 14 de febrero.
Puede que en Moncloa estén contentos del refuerzo obtenido en Cataluña y de que la alianza en Madrid con Ezquerra quede perfectamente abonada, pero si al presidente le importasen un ápice los ciudadanos españoles debería lamentar lo que ha ocurrido. No me cabe duda, sin embargo, de que le importan un rábano. Con gusto paga cuatro escaños por su ventaja partidista. Como otros cobraron 30 monedas o negociaron con lentejas o misas. Por cierto, todos acabaron mal.
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