El buen salvaje

Virginia Barcones: menos mal que nos queda Tamara

Barcones y Bendodo son España si quitamos todo lo anterior, un juego de trileros a sueldo, lo que nos toca lidiar si es que no prohíben la lidia, siquiera dialéctica

Durante el verano la actividad de las «celebrities» españolas no solo no cesa sino que aumenta, es temporada alta para conseguir «likes» que luego se convierten en pasta. Hemos visto, mientras media España se quemaba, lo bien que lucían Tamara Falcó y el adosado que tiene como marido, un tal Íñigo Onieva, cachitas y tal, que encima tiene que aguantar a la suegra, maravillosa y por siempre perfecta Isabel Preysler, la mujer que me hubiera gustado ser si me hubiera gustado ser mujer, que no es el caso. Otra cosa sería nacer con las piernas de Sharon Stone. Los cambios de «outfit» de Tamara en unos parajes lujosos y exóticos dieron lugar a multitud de entradas en la web: «el vestido perfecto para un atardecer de verano». Dios mío, estos personajes siempre encuentran algo perfecto y uno, por mucho que llene la maleta, siempre le falta algo para rubricar el «look» que enamoraría a una influencer a la que no pagar por enseñar un pecho en Only Fans. Menos mal que Tamara no se coge vacaciones de sus vacaciones eternas, ni mi adorada Carmen Lomana, que deja en bragas a las jóvenas con su biquinazo a los 77 años. Todo este bestiario nos salva de la pérfida realidad que supone escuchar a la Barcones, a la que muchos responden con una rima fácil y ordinaria, y al Bendodo, que también tiene rima, pero no tan hiriente.

Juntos han formado la pareja del verano, mejor aún que la de Cospedal con su nuevo amor entre los cigarrales de Toledo. Siempre supe que María Dolores escondía tras su apariencia fría un torrente de pasión como de telenovela elegante, esas en la que siempre salen bien peinadas y ellos se quitan la camisa a las primeras de cambio, convertidos en hombres objeto de usar y tirar una vez contados los pelos del pecho. Eso es lo bueno de agosto, que por mucha catástrofe que nos golpee siempre hay quien se lo pasa bien y nos lo restriega para que cunda la envidia. Un día fue Ana Obregón en biquini y ahora es Tamara y las que salen al paso de la rabiosa actualidad, he ahí a Cospedal o al matrimonio Aznar bailando canciones de Tom Jones, el tigre de Gales, que en aquellos días de esplendor en la hierba se ponía relleno en el paquete para cantar con los bajos, como Rocío Jurado.

Barcones y Bendodo son España si quitamos todo lo anterior, un juego de trileros a sueldo, lo que nos toca lidiar si es que no prohíben la lidia, siquiera dialéctica. Caigo en que Sánchez no se ha cambiado de camisa desde que empezó la crisis. Es la moda Zelenski. Y así.