ETA

La falsedad de un relato

Los que creíamos nuestros se han pasado al otro lado

Dentro de dos días evocaremos otra vez el asesinato por ETA de mi hermano Fernando Buesa. Aquel crimen se produjo casi año y medio después de que el Gobierno Vasco decidiera retirar toda protección a la mayor parte de las personas amenazadas por la banda terrorista para cumplir con los compromisos que había asumido con ésta en el Pacto de Lizarra. Ello dio la oportunidad a tres comandos etarras –el Vizcaya, el Basurde y el Ituren– para que recabaran información, sin mayor problema, sobre Fernando. El último de los mencionados acabó matándolo.

De lo sumariamente descrito, deduzco que el ejecutivo de Ibarretxe tuvo una responsabilidad política indirecta en tal acontecimiento. Su gobierno no mató a mi hermano, pero puso todas las facilidades para que tres asesinos de ETA pudieran hacerlo. Sin embargo, en la biografía de Fernando Buesa recientemente publicada por Antonio Rivera y Eduardo Mateo el relato es bien distinto. Según éstos –que pasan por ser historiadores– nada de lo dicho existió y, así, sostienen que aquel 22 de febrero «las medidas de seguridad eran extremas» y que, incluso, la Ertzaintza, la Guardia Civil y la Policía Nacional estuvieron buscando, sin éxito, «la bomba antes de que estallase». Su conclusión remacha: «tres jóvenes de la kale borroka habían sorprendido a todos en su primera ekintza».

A tan fantasiosa narración es aplicable el proverbio que recordó una vez Caro Baroja: «Como creo lo que invento, no me parece que miento». Así la falsedad se trastoca en relato canónico. No es la primera vez, pues en la literatura vasca de los últimos años hemos visto diluirse las relaciones entre ETA y Batasuna, o a los empresarios cobardes que pagaron a ETA convertirse en abnegadas víctimas de ésta, o evanescerse la complicidad de los jeltzales con quienes sacudían el árbol del que recogían las nueces. Se habla mucho de la batalla del relato y las víctimas del terrorismo sufren cado uno de sus asaltos. Leyendo la biografía de mi hermano mucho me temo que ese combate está perdido porque los que creíamos nuestros se han pasado al otro lado.