Irene Montero

Demasiado mujerío

Francamente, con lo insoportables que somos, no sé cómo los varones heterosexuales, en general, son tan mujeriegos. El otro día mi consorte me soltó un “¡déjame en paz!” y quizá no le falte razón, pero es que quizá el género femenino y el masculino no estemos hechos para algo tan complejo como lo es la convivencia. Pero centrémonos hoy en las necedades de las féminas públicas esta semana. Irene Montero, una amargada conocida, algo que no extraña a nadie conociendo a la cosa que tiene al lado, ha recibido esta semana un touch interesante del CGPJ al destapar sus miembros errores jurídicos e imprecisiones en su pretendida ley del “sí es sí”. Claro, un curriculum como el suyo no da para muchos conocimientos y la chica es muy básica en sus conceptos. Su “burramia jurídica”, según un talentoso columnista al que leo cada día, la lleva a parir verdaderos “truños” en vez de leyes. Gracias por servirme de inspiración, admirado paisano.

Luego sale una inesperada Victoria Abril en plan negacionista y nos deja a todos con la boca abierta pensando lo mona que estaría con la boca cerrada recibiendo su premio Feroz humildemente con mascarilla, sin mayores alharacas y, sobre todo, sin hacer el ridículo, el ridículo en que quisieron dejar a Andrea Levy por un quítame allá esos trabalenguas en un discurso en que, en efecto, se le enredaron bastante las palabras. Aclaró para que no la comparasen con ese ministro comunista, como tantos en el gobierno actual, que agrede a los verbos irregulares de esta maravilla de lengua, que es la española, hablando de que “hemos proponido cambiar las leyes”, algo que a algunas gentes sensibles nos hace sangrar los oídos. ¡Joder qué tropa! Nuestra concejala Levy padece una dolorosa enfermedad cuyos medicamentos para sobrellevarla entorpecen la dicción. Me dio mucha pena porque hablar en público con la lengua enredada es muy enojoso y alguna vez nos ha ocurrido a algunos.

Más mujerío: Rosa María Mateo, que en otro tiempo fue amiga mía, sale de TVE. Podemos pierde poder, ya era hora de aminorar sectarismos. Y, en otro orden de cosas, Esperanza Aguirre le va a poner las peras al cuarto al tal Bárcenas por falso testimonio, al decir que se había quedado con sesenta mil euros del ala. ¡Se va a enterar de lo que vale un peine de la Espe! Mientras tanto a Macarena Olona le desea un cáncer un conocido periodista del régimen, que ya hace falta ser miserable. Hombre, otra cosa es desearle lo peor a alguien como Echenique, que incita a ir a las manifestaciones del 8M, asegurando que Podemos asistirá; hay que tener muy pocos escrúpulos para llevar a la gente a infectarse a esas absurdas convocatorias, al igual que el siniestro Fernando Simón, quien vuelve a defender estos actos un año después contradiciendo a la ministra de Sanidad y agrediendo a la tradición a la vez que a la religión católica, diciendo que es peor estar debajo de un paso de Semana Santa. ¡Qué sabrá este desdichado muñeco diabólico! Si he de ser sincera una de las razones que me llevan a desear que se acabe la pandemia cuanto antes es perder de vista a este tipo tan desagradable. Ustedes me perdonarán la boutade.

CODA. Solo hay una mujer que tolero, y ésta es Angela Merkel. Me gusta su talento y su asepsia. Ahora está barruntando un pasaporte vacunal europeo para poder viajar este verano, una buenísima solución que fomentará el turismo y facilitará que podamos movernos por el continente adelante. ¡Bendita sea!