Opinión

El ocaso de los diosecillos

El 4-M puede ser el ocaso de las estrategias de los diosecillos monclovitas

Hace un año que el agitprop diseñado en los despachos monclovitas, nos bombardeaba mañana, tarde, y noche o, en apropiada expresión castrense, «por tierra, mar y aire» –pues estábamos en plena «guerra» contra el coronavirus–, diciéndonos que íbamos a salir vencedores y además «#unidos y más fuertes». En la perspectiva del año transcurrido es conveniente hacer memoria y extraer conclusiones, disfrutando además de la «nueva normalidad» a la que nos invitó Sánchez en su último parte de la victoriosa guerra.

La primera conclusión, es tomar conciencia en carne propia de la descomunal manipulación a la que que se sometió a la opinión pública con una campaña digna del mejor Goebbels, obligando por ley a los medios de comunicación a secundarla. Acuñar el calificativo de «negacionista» o «conspiranoico» a quien osara plantearse interrogantes al respecto no ciñéndose al guion oficial, es una genialidad que hay que reconocer a sus promotores, aunque la idea no sea novedosa.

La segunda y provisional es conocer el concepto «sanchista» de la unidad como fundamento de la fortaleza. El monumental desastre de la estrategia promovida también por el Rasputín monclovita para propiciar cambios en las autonomías no gobernadas por ellos, ha supuesto que la tan cacareada unidad y «cogoberbanza», sea una idea vacia de contenido.

Pero como no hay mal que por bien no venga, hay una tercera conclusión: la posibilidad de acabar con el mito de la invencible estrategia del zar y su Rasputín monclovitas. El 4-M puede ser el ocaso de los diosecillos.