Política

Los escándalos del PP

La izquierda atraviesa momentos difíciles tras la contundente derrota en Madrid y la crisis profunda que sufre Podemos inmerso en una dulce decadencia mientras sus dirigentes disfrutan de sus ministerios. Hasta el sueño de las tres derechas se deshace como un azucarillo tras comprobar que Ciudadanos camina con paso firme hacia la extinción. Los ideólogos políticos y mediáticos se habían frotado las manos pensando que la división de ese espacio entre PP, Ciudadanos y Vox hacía imposible que el centro derecha recuperara el poder, pero su dicha concluyó abruptamente el 4 de mayo. No les ha servido, a pesar de su persistencia, la estigmatización de Vox como si fuera una ultraderecha formada por machistas, racistas y homófobos. Las mentiras tienen las patas muy cortas. El último resquicio son los escándalos del PP, pero el problema es que es algo antiguo que no afecta, ni directa ni indirectamente, a la actual dirección de este partido encabezada por Pablo Casado.

No hay duda de que políticos de esta formación se aprovecharon de sus cargos para enriquecerse y que otros organizaron esa chapucera operación denominada Kitchen, aunque habrá que ver qué hay de verdad y mentira cuando concluya la instrucción y se celebre el juicio oral. Hasta ese momento seguiré defendiendo, como hago siempre, la presunción de inocencia. Esto de la justicia mediática no me gusta y la pena del telediario es un horror. España está llena de listos dispuestos a sentenciar sin tener idea de derecho y desconocer el procedimiento. La libertad de expresión es una de las bases de la democracia, pero no hay que interpretarla como una habilitación para atropellar los principios constitucionales y los códigos Civil y Penal. A veces me sorprende cómo se pontifica sobre cuestiones complejas y controvertidas con una suficiencia fruto de la ignorancia. En lo que hace referencia a los escándalos del «viejo» PP se busca desgastar a esta formación por motivos estrictamente partidistas. La Justicia funciona muy bien y necesita su tiempo para dictar sentencias. Una instrucción tiene que ser sólida, rigurosa y garantista. Los «tribunales» televisivos son mucho más rápidos e imprudentes. Lo estamos viendo desde hace unas semanas con el caso de la hija de una famosa cantante fallecida hace unos años. No importa la verdad, sino el espectáculo.

necesita su tiempo para dictar sentencias. Una instrucción tiene que ser sólida, rigurosa y garantista. Los “tribunales” televisivos son mucho más rápidos e imprudentes. Lo estamos viendo desde hace unas semanas con el caso de la hija de una famosa cantante fallecida hace unos años. No importa la verdad, sino el espectáculo.