Madrid

Madrid y Barcelona

Si quieren seguir atrayendo capital y talento, necesitarán incrementar la accesibilidad de vivienda con nueva oferta que abarate su precio.

Políticos y medios de comunicación debaten regularmente sobre cómo relanzar la «España vaciada». Algunos núcleos urbanos como Madrid o Barcelona concentran cada vez más gente porque cuentan con estructuras económicas más potentes y esa atracción de capital humano incrementa adicionalmente el potencial económico de esas ciudades en una especie de círculo virtuoso que parece no tener fin: más empresas es más empleo y mejores salarios, más empleo y mejores salarios es mayor atracción de talento joven desde el resto de España y mayor atracción (y concentración) de talento joven desde el resto de España es mayor afluencia de empresas. El proceso parecería no tener fin hasta que las ciudades pequeñas y medianas se hallen totalmente descapitalizadas y las grandes lo acaparen todo. Pero existe un punto débil en este proceso: el precio de la vivienda y las consiguientes rentas inmobiliarias. Cuanta más gente mejor remunerada se concentre en un espacio limitado, más se encarecerá la vivienda y más subirán los alquileres, algo que restará atractivo a las grandes ciudades en favor de las pequeñas, donde puede que las oportunidades laborales sean más escasas, pero también resulta mucho más barato vivir. En un reciente informe publicado por el Banco de España, se constata que vivir en Madrid o Barcelona es un 20% más caro que vivir en el resto de ciudades de España: y dos tercios de esa brecha (es decir, casi un 14% de diferencia) se debe a la vivienda. Comparando Madrid y Barcelona con las ciudades donde el nivel de vida es más barato, la diferencia llega hasta el 30%. Por tanto sí, en Madrid o Barcelona se cobran salarios más altos que en el resto de España (45% más de media) pero la mitad de esa mayor remuneración es absorbida por un coste de vida mayor. La lección para las grandes ciudades debería ser clara: si quieren seguir atrayendo capital y talento, necesitarán incrementar la accesibilidad de vivienda con nueva oferta que abarate su precio. La lección para las pequeñas y medianas ciudades también debería ser obvia: su principal ventaja competitiva para retener capital y talento es actualmente el bajo precio de la vivienda, así que no hagan experimentos con gaseosa que lo encarezca de manera artificial.