Opinión
Voces sin palabra
«Tenemos demasiadas voces y un presidente sin palabra»
El precio que está pagando España para que Sánchez disfrute su ambición de presidir el Gobierno, está resultando más oneroso de lo que podía pensarse en un primer momento. El oxímoron que violenta el principio de contradicción de «gobernar» la nación con unos socios que tienen como objetivo destruirla, ya está produciendo sus tóxicos frutos, que irán comprobándose con el tiempo.
Si hace unos días aludíamos a un Gobierno yuxtapuesto, hoy debemos decir que es «bifronte», cual dios Jano; y que no solo no es el que define la Constitución, sino lo contrario. Cada día de permanencia en la Moncloa o en los palacetes vacacionales se paga con alguna rama desgajada del tronco común español. Actúa Sánchez con una mano defendiendo la Monarquía parlamentaria como forma de Estado, mientras con la otra sus socios comunistas lanzan todo tipo de improperios contra ella. Tras el Pacto del abrazo, le dijo a Iglesias que habría un Gobierno «con varias voces pero una sola palabra». Lo que tenemos son demasiadas voces y un presidente sin palabra.
El último episodio con los separatistas ofende a la autoestima de la «patria común e indivisible de todos los españoles», como establece la Constitución en su artículo 2º. Que el presidente de la Generalitat se ausente del encuentro de Salamanca para ir a Suiza a cumplimentar a una persona huida de la justicia, y reciba como premio una reunión bilateral para negociar más traspasos mientras reafirma el objetivo separatista, supera lo admisible en un país con un mínimo de dignidad.
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