Psiquiatría
Todos somos un poco De Mingo
«España es uno de los países del mundo donde más tranquilizantes se toman»
Falta un suspiro para que cualquiera de los que nos rodean, incluso nosotros mismos, aunque lo veamos como un imposible por lo seguros que solemos estar de nuestros cerebros, se ponga a dar puñaladas en la cola del supermercado, al entrar en la oficina, en la misma barra de un bar. El ex obispo de Solsona trataría el tema con agua bendita, un exorcismo que quema, supongo que como a él la conciencia, pero lo que, fuera de chascarrillos pasa, es que un día se habló en el Congreso de la salud mental y hasta luego Mari Carmen (Calvo). En este año y medio de pandemia, más allá del covid, no son pocos los tratamientos que se han dejado para un «vuelva usted mañana».
Ahora se han dado cuenta de que algo va mal, cuando España es uno de los países del mundo donde se toman más tranquilizantes desde hace años. Naufragamos en el barco de los locos como piratas borrachos. Será que a nuestros gobernantes los vemos con un cucurucho de papel en la cabeza y la mano metida entre la botonadura de la chaqueta. El caso de Noelia de Mingo no es el único, por más mediático que parezca, que se da a las puerta de los psiquiátricos o en la soledad de las casas en las que los chalados dormitan la más feroz de las infelicidades. En ocasiones vemos fantasmas que luego resulta que son reales. El Ejecutivo, tan preocupado por la gente, solo tiene sintagmas de bienestar y meses de espera para que te explore un especialista, que ya casi mejor caer en un libro de autoayuda: Cómo dejar de apuñalar mientras adelgazas.
Especialistas aseguran que De Mingo padece el síndrome de Frégoli. Piensa que la gente que le rodea son actores que se burlan de ella. En fin. Nos queda un cuarto de hora. No quisiera frivolizar con un asunto tan delicado como si fuera Reyes Maroto pero un día Errejón voló sobre el nido del cuco y lo tomaron por un chiflado. Supongo que el presidente tendrá un plan, siempre lo tiene, y hará de esta otra epidemia un signo de vanguardia. Cambiará a De Mingo por Verlaine, y así no seremos paranoicos sino poetas.
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