Opinión

El cuaderno de Chapu Apaolaza: Negacionista y otras palabras que terminan en ‘ista’

Ayudaría a entender este lío si supiéramos cuánto menos contagia un vacunado que uno que no lo está

Notas del 22 de noviembre, anda Zapatero de observador en Venezuela. Pidieron: “¡Una mano inocente!” y apareció el expresidente de España. Asegura que la labor de los observadores es rigurosa. En Venezuela no hay oposición, pero ahí está Don José Luis observando, ¡cómo observa, Rodríguez Zapatero! Ha asistido también Juan Carlos Monedero, otra mano inocente. Son el cuadro de Dalí ‘Mujer que mira por la ventana’ en observador internacional.

Yo si cierro los ojos, estoy viendo a Sánchez diciéndole a Roberto Cámara  en una entrevista en Navarra Televisión que “Con Bildu no vamos a pactar. Si quiere lo digo cinco veces, o veinte, con Bildu le estoy diciendo que no vamos a pactar” y lo recuerdo hoy que el Gobierno ha pactado los presupuestos con Bildu.

Los porteros de Madrid llaman todos Eusebio y llevan esos jerseis de pico grises y anchos de sisa como para para encogerse de hombros. “¿Qué ta, Eusebio, hombre?”, y Eusebio responde que “bien, aquí viendo lo de Bildu, esperando al del ascensor y aguantando el tirón”. Sabe que esta humedad y este frío son los idóneos para que prenda un fuego. La a barricada es un perfecto sustituto de la candela. Aquel resplandor al otro lado de la Castellana son las protestas por las medidas anticovid en Rotterdam y en Bruselas.

Es muy probable que la vacuna te salve la vida y en ese sentido es difícil concebir que alguien no se la ponga; otra cosa es que le salve la vida a los demás. Ayudaría a entender mejor este lío si supiéramos cuánto menos contagia un vacunado, es decir, cuánta probabilidad tiene de matarte un tipo que entra por la puerta del karaoke con la pauta completa en comparación con uno que no. Por otra parte, cuanto más obligan a la gente a vacunarse, menos se vacuna y florece toda la literatura fantástica de gente a la que se le pegan las cucharillas a los brazos. Sin cuestionar que la inmunización protege, que la enfermedad existe y que sus efectos son graves, ¿cabría preguntarse si es ético imponer la vacunación directa o indirectamente y si esas decisiones lesionan gravemente derechos de los ciudadanos, o no cabe el debate? Yo mismo estoy muy a favor del pinchazo, pero en este país todo lo que sea pedir que a los no vacunados los fusilen al amanecer y arrojen sus cadáveres al mar de Alborán es señal de que uno es negacionista, terraplanista, ultraderechista, antinacionalista, segregacionista y en general todas las palabras que terminan en ‘ista’.

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