Carmen Calvo

Carmen Calvo, democracia y feminismo

«Lo logrado hasta ahora por las mujeres es democracia, no feminismo. Paso a la mujer que se abre paso, al margen de las cuotas»

Apenas la conozco, pero tengo el mejor concepto de Carmen Calvo. Es una mujer coherente y razonadora. Se distingue en el ejercicio de la prudencia política. Inteligente y culta ha sido feminista desde la adolescencia y discurre certeramente para frenar exageraciones y talibanismos.

Recuerdo la gestión excelente que hizo al frente del ministerio de Cultura. Fue lo mejor que Zapatero tuvo a su lado. Ha sido además una vicepresidenta seria y responsable en un Gobierno complicadísimo apoyado sobre los extremismos comunista, podemita, secesionista y bilduetarra. «Lo logrado por las mujeres hasta ahora es democracia, no feminismo», declaró Carmen Calvo en el diario El País. Ni creo ni he creído nunca en las cuotas que me parecen ofensivas. Paso a la mujer que se abre paso. Y Carmen Calvo es tal vez el más destacado ejemplo del feminismo español. Sabe que, entre las mujeres con cargos de relieve en España, solo un exiguo número es feminista. Y desde la moderación aspira a que el concepto profundo del feminismo se extienda. No se puede banalizar el feminismo que significa igualdad de derechos, igualdad de oportunidades, igualdad de salario por el trabajo igual. Y todo eso es para Carmen Calvo democracia real.

La exvicepresidenta analiza con recelo ciertas ramificaciones del mundo feminista. «Se exige la autodeterminación de género y eso no existe ni en nuestro país ni en ninguno», afirma Carmen Calvo. «No existe ningún derecho con el que tú te autodeterminas solo. Existe, eso sí, el respeto hacia una persona que tiene que hacer un cambio a su vida para sentirse bien». Pero hay que saber armonizar las nuevas realidades para que no se conviertan en burla generalizada.

No sé por qué Pedro Sánchez ha prescindido de una mujer tan sólida y capaz como Carmen Calvo. Me han dado muchas explicaciones. No las he entendido. Carmen Calvo era en el Gobierno sanchista un acorazado; alguna de sus ministras, una piragua. Tal vez haya ocurrido lo que subraya Schopenhauer: «La superioridad de la inteligencia conduce a la insociabilidad». Tal vez alguien quiso disimular los grises errores de la incompetencia. Tal vez, en fin, se trate sencillamente del asedio de los vertederos políticos.

Luis María Anson, de la Real Academia Española