Opinión

El lío de la España vaciada

No se trataría de sentarse en el Consejo de Ministros, sino, simplemente, conseguir inversiones y colocar amigos

Bienvenido sea, aunque no me guste, el regreso del cantonalismo o los reinos de taifas en su versión moderna de la España vaciada. Estamos ante un efecto no deseado del Estado de las Autonomías. Los españoles han podido comprobar, durante décadas, que la negociación de los Presupuestos se ha basado en un descarado mercadeo que ha beneficiado a los partidos nacionalistas. Los diputados se han vendido a peso. Hay que aclarar que la culpa ha sido del PSOE y del PP que han sido incapaces de alcanzar acuerdos y se han entregado a los brazos de CiU y del PNV, entre otros, para formar mayorías. El fenómeno de la despoblación y el abandono de muchas provincias han creado un lógico malestar que no han sabido canalizar los grandes partidos. Los habitantes de estas zonas han visto como los nacionalistas hacían caja año tras año y finalmente apareció Teruel Existe. He de reconocer que me sorprende que haya tardado tanto, porque la consolidación del regionalismo era un fenómeno previsible conociendo España. Es verdad que ha surgido en otras ocasiones en Aragón, Valencia, Asturias, Galicia, Andalucía…, pero ahora parece que ha llegado para quedarse.

Lo que buscan es crear una plataforma y concurrir en aquellas provincias que se sienten abandonadas. Estaríamos ante un nuevo grupo parlamentario que podría negociar desde la investidura hasta los Presupuestos sacando la consiguiente tajada. El botín es muy jugoso y no hay duda de que puede favorecer a las provincias que se sienten marginadas. Esto dificultaría aún más, o quizás clarificaría, la estabilidad gubernamental. No se trataría de sentarse en el Consejo de Ministros, sino, simplemente, conseguir inversiones y colocar amigos. Los grandes expertos en estas cuestiones son PNV, la extinta CiU y sus herederos, PAR, CC, ERC… que durante décadas han sacado un gran provecho para sus comunidades, pero también personalmente para sus dirigentes y clientes. Los promotores de estas formaciones en la España vaciada solo tienen que aprovecharse del sistema electoral y utilizar el populismo para conseguir votos. No puede ser más fácil el proceso y seguro su resultado. Es lógico que el PSOE y el PP estén preocupados, pero llevan décadas siendo muy cortos de miras y ahora pueden sufrir las consecuencias.