Opinión

1992, un gran año

Este año se cumple el trigésimo aniversario de aquel 1992 y de los acontecimientos tan importantes que se fueron sucediendo a lo largo de aquellos doce meses que tanto dieron que hablar en el resto del mundo y que otorgaron a nuestro país un protagonismo absoluto, muy por encima de cualquier otro.

He de decir que me sentí espectadora de primera fila, ya que pude asistir a las grandes inauguraciones que mes a mes se iban desarrollando de norte a sur en nuestra geografía.

Por ejemplo la presentación del AVE Madrid-Sevilla el 14 de abril, en un primer viaje que nos dejó asombrados por el confort y la rapidez del recorrido. Presidía la red de ferrocarriles en aquella etapa una mujer tan peculiar como inteligente, Mercè Sala, hoy ya lamentablemente fallecida, que gustaba de conducir los convoyes cuando tenía ocasión, si bien muchos usuarios se quejaban de que las curvas las tomaba con demasiada violencia.

Hoy, treinta años más tarde, al fin se pone en marcha el AVE a Galicia. ¡Ya era hora!, si bien hay regiones que todavía lo esperan con paciencia porque el presupuesto del ministerio correspondiente, Fomento o Transportes, se extingue en otros menesteres, menos interesantes para el común de los contribuyentes pero más para los gobernantes de turno. Dejémoslo estar para no amargarnos ya tan temprano.

Hubo mucho más en la vida española. Poco después de la puesta en marcha del AVE se inauguraba la Exposición Universal de Sevilla, que convirtió a la ciudad hispalense en centro neurálgico del planeta. Fue un ir y venir constante, porque las visitas internacionales no cesaban, y en muchas ocasiones, a veces por trabajo y otras por razones de protocolo, me obligaban a estar presente en aquella inolvidable Expo de la que tan minuciosa e impecablemente fue comisario Emilio Casinello.

Nos olvidamos de las personas a medida que pasa el tiempo, pero siempre nos queda el papel y la hemeroteca, que nunca falla. Fueron muchas veces las que con él departí, hasta llegarme hacer amiga. Educado, refinado y distinguido, como buen diplomático que era, seguí coincidiendo con él hasta que el tiempo quiso que no volviéramos a encontrarnos, pero en el recuerdo queda su buen hacer y en el lugar queda la huella de tantas gentes y tantas culturas que por siempre serán recordadas.

La deslumbrante Barcelona

Otro hito que marcó el año fueron los Juegos Olímpicos de Barcelona. Aquel proyecto del 92 convirtió a la ciudad en otro referente mundial, también en urbanismo, de la mano del arquitecto Oriol Bohigas, recientemente desaparecido. Aquel empuje que recibió la moderna metrópoli que llegó a ser, se ha visto destruido por las malditas políticas populistas en muy poco tiempo.

Los desvaríos demagógicos de la Colau han sumido a una urbe adorable y envidiable en un reducto de suciedad, decrepitud, vulgaridad e inevitable declive.

Recuerdo aquel esplendor que viví en aquellos calurosos días de julio, en una memorable inauguración de los JJ.OO.; en la emoción que sentimos al ver desfilar al Príncipe Felipe como abanderado de los deportistas españoles; a Antonio Rebollo lanzando la antorcha que encendió el pebetero; a las voces de la Caballé y Freddie Mercury, fallecido el año anterior, cantando “Barcelona”; en aquel espectáculo de La Fura Dels Baus que impactó al mundo…

Y yo allí, en un inmenso estadio construido para la ocasión que formó parte de las muchísima obras que se hicieron para acoger a todo visitante que quisiera formar parte de la euforia de la ocasión. El tiempo lo difumina todo, pero en mi memoria permanecen intactas las imágenes de los instantes vividos. Hasta sería capaz de proyectarlos en una pantalla a través de mis ojos.

CODA. No quisiera poner un punto final negativo a estas primeras líneas de 2022. Por eso hago mención a la magistrada argentina que quiso ajustar cuentas con el régimen del 78, acusando a Martín Villa de genocida. Que se vaya a la mierda la tal María Romilda Servini y la izquierda político-mediática que la secundaba.