Rusia

Radiografía del problema del PSOE

Sánchez decidió que su socio de gobierno fuese Podemos y que la estabilidad política dependiese de los independentistas. Era la única manera de coronarse como jefe del ejecutivo, pero también la más cara para el PSOE.

Tres años y medio después de la moción de censura, las cosas están peor. En defensa de Sánchez, puede argumentarse que la pandemia ha generado una situación excepcional e inédita y que los efectos económicos eran inevitables. Él mismo argumentará que nadie lo hubiese hecho mejor.

Sin embargo, lo que importa en política son las percepciones y parece que la gestión de Sánchez no es bien valorada. Hay una generación de españoles que solo ha conocido tiempos de crisis, primero la financiera de 2008 y, acto seguido, la sanitaria, con todas las restricciones personales, sociales y económicas que ha generado.

Son demasiados años en los que la esperanza de recuperar seguridad, tranquilidad y bonanza se ha ido apagando con cada nueva coyuntura. Sin embargo, lo que es cada vez más fuerte es el deseo de cambio.

Probablemente, el deseo más compartido para el 2022 es que la Covid-19 desaparezca. Sin embargo, el problema es, que los deseos no suelen transformarse en realidades.

Pedro Sánchez se enfrenta al deseo de los españoles de que todo cambie y, dado que no pueden cambiar la situación epidemiológica, lo lógico es que decidan cambiarlo a él por otro.

Al principio, en estos procesos los indicios siempre son sutiles. Cuando, en las conversaciones cotidianas con los compañeros de trabajo o en familia, se eleva el tono de la crítica al gobierno o cuando empieza a haber muestras públicas de rechazo, como los últimos incidentes de este fin de semana en la puerta de un mitin, son señales inequívocas de que las cosas van mal.

Falta algo más de un mes para las elecciones en Castilla y León y la cosa no pinta bien para Luis Tudanca, el candidato socialista. En su presentación como candidato del PSOE, en un acto público celebrado en Palencia, los gritos y abucheos a Pedro Sánchez han deslucido el acto de los socialistas castellano leoneses.

La cosa nada tiene que ver con Tudanca, que ganó las autonómicas en el año 2019, algo que no ocurría desde 1983, sino con los problemas que genera la acción de gobierno.

Cuando Garzón mete la pata, la pagan Tudancos o Espadas, cuando se equivoca Sánchez el desgaste no es solo para los que tienen elecciones, sino para todo el PSOE. Esa es la radiografía del problema al que se enfrenta el partido Socialista, unido indisolublemente al líder y a las decisiones de este.

Es demasiado tarde para intentar modificar la estrategia que está desgastando a la izquierda y cuya polarización hace que los trasvases de voto se produzcan dentro de cada uno de los bloques.

Si hubiese elecciones, nadie se atrevería a decir quién sería el jefe del ejecutivo. Ahora bien, todos dirían que el gran ascenso sería el de Vox. Para pensárselo.