Coronavirus

«Absurdistán»

A una medida puede sucederle, sin más, su contraria.

Empecé la semana con la gran duda de si volver o no al gimnasio. Después de los meses más duros de pandemia, había retomado mi saludable rutina (qué tanto agradecen el cuerpo y, sobre todo, la mente) hasta que ómicron, su velocidad expansiva, los reencuentros familiares navideños y cierta dosis de precaución, con sus «porsiacasos», me llevaron a abandonarla de nuevo. No es, esta la mía, una situación excepcional. Ni mucho menos. Donde yo escribo gimnasio, apunten ustedes cualquier otra actividad de la que hayan desistido en la era de las renuncias cotidianas (unas más banales, otras más trascendentes): nuestro tiempo exhibe una incertidumbre hamletiana como «leit motiv» de un nuevo modo de estar en el mundo que genera tanta angustia como frustración. Comprensibles ambas. Hace unos días, sin irnos muy atrás, el editorial de «Le Figaro» recogía la dificultad de los ciudadanos franceses para determinar a qué criterio debían atenerse. Relataba las discrepancias, en apenas horas, entre la recomendación del ministro de Educación de regresar a las aulas y los recelos del titular de Sanidad sobre la pertinencia de que los padres enviaran al colegio a sus hijos en plena espiral de contagios y concluía el diario apelando a «Absurdistán», como trasunto del país galo, como paradigma de decisiones contradictorias. A una medida puede sucederle, sin más, su contraria. Y pensé que todos somos un poco esa Francia que se sorprende notando cómo el suelo, hasta ahora firme, se mueve bajo sus pies; los ideólogos de la libertad, la igualdad y la fraternidad confirman, desbordados, que sus certezas (como las de todos nosotros) se resquebrajan por un virus al que no somos capaces de poner fin y que desafía las estructuras de las sociedades más afinadas. Instalados en el caos que nos toca vivir y gestionar, descubrimos, con asombro, los imprescindibles códigos contemporáneos de flexibilidad e improvisación. Por cierto, al final, fui al gimnasio, aunque aún no he resuelto todas mis dudas. Cosas de «Absurdistán».