Opinión

¿Y tú de quién eres?

¿Y tú de quién eres?, me preguntaba un compañero diputado en la Asamblea de Madrid, en plena confrontación de Esperanza Aguirre con Mariano Rajoy, rodeado de amiguetes que salivaban como camaleones ante una posible presa, mientras esperaban mi respuesta. Por supuesto no caí en la trampa y tuvieron que atragantarse con sus propias babas.

La «nueva política» que nace a raíz de la crisis económica de 2008 por la desafección al sistema y a los políticos, alcanzando su culmen en el 15-M, vendiendo regeneración y democracia a tutiplén ha traído la mayor degeneración a la política. Un ejemplo es la celebración de primarias a la española, donde no se elige el candidato a las elecciones sino quién preside el partido.

No hay organización, ni empresa ni partido político que, una vez, abierto en canal, no le queden cicatrices. ¿Os imagináis que para presidir una empresa, los accionistas y consumidores fuesen los que decidieran, al margen de la aptitud y la experiencia, por la simpatía, el impacto en las redes sociales o los chistes que cuenta, a su presidente?

Ganar las primarias no te convierte de la noche a la mañana en un líder. El liderazgo viene cuando uno se ha ganado el respeto actuando con responsabilidad e inteligencia y siendo consciente de que para cerrar bien una herida hacen falta puntos de sutura que cierren bien la cicatriz.

El revanchismo y el «tú de quién eres» permanente en la actuación de un dirigente, divide un partido en tantas partes que corre el riesgo de quedarse en una organización casi extraparlamentaria o en un mero comodín del partido gobernante.

Hoy más que nunca, el Partido Popular necesita un líder que aglutine, sume, ponga puntos de sutura a las heridas que otros han abierto y haga frente a la sinrazón del Gobierno frankenstein que padecemos. Bienvenido, Alberto Núñez Feijóo.