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¿Hasta qué punto es preocupante que el diésel escasee? Lo es y mucho
El precio de los carburantes no depende únicamente del precio del crudo, sino también del coste de su refino y de su transporte y distribución. Actualmente, la mayoría de titulares de prensa se concentran alrededor de los precios del crudo, pues éstos se hallan en unos niveles que han llegado a rozar sus máximos históricos. Sin embargo, tal como nos ha recordado recientemente el experto en energía de Bloomberg, Javier Blas, existe otro cuello de botella que tampoco deberíamos perder de vista: la capacidad y los costes del refino. No en vano, las refinerías que producen diésel emplean gas para generar hidrógeno y con el hidrógeno extraer el sulfuro del diésel. Dado que los precios del gas también están en niveles históricamente altos, el coste del diésel se ha disparado tanto desde el lado del crudo como desde el lado del refino. De ahí que, por ejemplo, la brecha histórica que suele existir entre el precio de la gasolina y el precio del gasóleo se haya dado la vuelta: mientras que, en marzo de 2021, el precio de la gasolina de 95 octanos se ubicaba en alrededor de 1,32 euros por litro y el diésel en unos 1,18 euros por litro (es decir, 14 céntimos de diferencia), a día de hoy el diésel está más caro que la gasolina de 95 octanos: en particular, el gasóleo A cuesta 1,86 euros y la gasolina de 95 octanos marca un precio de 1,84 euros. La situación no parece que vaya a calmarse en el corto plazo, dado que los inventarios de diésel también se hallan en mínimos y los precios de este combustible en los mercados mayoristas están absolutamente disparados. Tan es así que los consejeros delegados de algunas de las principales compañías energéticas globales ya están advirtiendo de que Europa puede enfrentarse a una carestía de diésel durante los próximos meses. Así, el CEO de la holandesa Gunvor se ha quejado recientemente de que «Europa se está quedando sin diésel»; asimismo, el CEO de la también holandesa Vitol ha pronosticado «la principal preocupación de todo el mundo acabará siendo el suministro de diésel». Y asimismo, el CEO de la singapurense Trafigura también ha alertado de que «el mercado del diésel se halla en una situación extremadamente tensionada y se va tensionar todavía más». Pero, ¿hasta qué punto es preocupante que el diésel escasee? Lo es y mucho: en la actualidad, el encarecimiento del diésel está provocando protestas masivas de transportistas, que incluso van acompañadas de conatos de desabastecimiento. ¿Qué sucederá si el diésel sube todavía más de precio? No sólo eso, ¿qué sucederá si, ante la escasez y los altos precios del diésel, los gobiernos optan por racionar el acceso a este combustible? Pues que el transporte de mercancías por carretera se verá limitado y los precios de las mercancías en los supermercados (debido a su insuficiente oferta) aumentarán todavía más o, alternativamente, nos enfrentaremos a un racionamiento de esas mercancías. Lo mismo que ya ha empezado a ocurrir con el paro, pero a una escala mucho mayor. Confiemos, pues, en que la guerra en Ucrania llegue pronto a su fin, que el ejército ruso se repliegue no sólo en Donbas sino fuera de él y que el suministro ruso de gas pueda volver a fluir con normalidad a Europa al menos hasta que contemos con otras alternativas igual de competitivas.
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