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Piqué y «Rubi», dos españoles en el estadio de Monipodio

Entroncan con las raíces de la picaresca española, que se remonta al Lazarillo de Tormes. No son, por supuesto, los únicos

Monipodio de Triana es un personaje, para algunos menor, de Miguel de Cervantes. Aparece en Rinconete y Cortadillo y encauza –en el sistema de la época en Sevilla, que era su territorio– las aventuras de los pícaros Pedro del Rincón y Diego Cortado, a los que cambia de nombre y les atribuye el que da título a la Novela Ejemplar del autor de El Quijote, fallecido en teoría –como Shakespeare– un 23 de abril como hoy, en el que, por designio de la Unesco, se celebra del día del libro. Muchos entre los exégetas de Cervantes afirman que el genio del famoso manco de Lepanto consistió, no ya en inventar, sino en describir, a través de personales inmortales, la realidad de la sociedad de su tiempo.

Cervantes, como Shakespeare, es casi eterno y sus personajes reaparecen incluso siglos después. Gerard Piqué, alto, guapo, triunfador –antipático para muchos fuera de Cataluña, pero con un algo atractivo-provocador para otros– y Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, «Geri» y «Rubi», según sus conversaciones, son como unos Rinconetes y Cortadillos en la picaresca hispana del siglo XXI, en donde los grandes estadios de fútbol, en España y en Arabia Saudí, recuerdan al cervantino y sevillano «Patio de Monipodio». «Rubi», con un estilo más que dudoso, acusa a una mafia fantasmal de arremeter contra él. Piqué, en teoría «indepe» catalán, no tiene empacho en pedir un puesto en la selección española olímpica para participar en unos Juegos, ni tampoco en proponer la intermediación del rey don Juan Carlos –desmentida por el propio emérito en directo a Susanna Griso– ante la monarquía saudí. Nada es ilegal, por supuesto, y las comisiones pueden estar mal vistas, pero –más allá de su cuantía– existen desde el origen de los tiempos. «Geri» y «Rubi», sin embargo, entroncan con las raíces de la picaresca española, que se remonta al Lazarillo de Tormes. No son, por supuesto, los únicos.

Père Aragonés presidente de la Generalitat, casi al mismo tiempo, se rasga las vestiduras por las escuchas del programa Pegasus, avaladas por el Tribunal Supremo. Agobiado por sus socios de Junts, amenaza, más bien amaga, a Sánchez con retirarle el apoyo parlamentario, pero su sobreactuación no deja de ser un recurso picaresco para salir de un embrollo. Todo muy español. Dicen que Cervantes no inventó nada, que copió, con maestría una realidad que hizo intemporal. Ahora, quizá también tendría de modelos a «Geri» y «Rubi», en un siglo XXI en el que acaso tenga nombre saudí el estadio –patio– Monipodio.