Opinión

Feijóo, la oposición que estorba y la España coñazo

El líder de la oposición debería comprender que parecer aburrido, más que un defecto perdonable, es su mayor virtud

Notas del siete de junio. En la tradicional Sesión de Control a la Oposición en el Senado, Sánchez le ha pedido al PP que lleve a cabo “una oposición de Estado”. Como la de Mikel Antza, la Cup y ‘el tornarem a fer’. El presidente le afea a la oposición que no haya hecho otra cosa que estorbar; se entiende que para Moncloa, la oposición es un estorbo.

Alberto Núñez Feijoo, de natural tan sólido, en lo de hoy jadeaba como un ciclista en el Alpe D’Huez. Es su primer cara a cara parlamentario con Sánchez y lo quiere decir todo como esos novilleros que torean en Las Ventas, pretenden dar todos los pases en la misma serie y se les hace la muleta un gurruño. Yo esperaba que Feijoo no dijera nada. El encanto del presidente del PP es justamente su lejanía como de leyenda albértica de la moderación y una perspectiva remota como de gritarse cosas desde lo alto de la Peña Trevinca. Al líder de la oposición, la oposición extraplanetaria desprovista del barro del Congreso, le viene muy bien si sabe aprovecharla.

La tarde llegaba con los ecos ilusionantes de aquella España pretérita de etapa de transición de la Vuelta Ciclista a España, turnismo e inercias en la que la política le importaba poco a la gente, un lugar que desde el presente resulta paradisíaco. Ah, aquella España de siesta a las puertas del verano, tarde en calzoncillos en el sofá, sudada, anuncio de helados y gala de Torrevieja por la noche, aquel tiempo en el que no pasaba nada o al menos eso parecía, y no este manicomio en el que vivimos. Añoro ese país un poco de políticos a los que se echaba en cara que no hicieran “nada”. ¡Benditos! Ojalá volvieran aquellos políticos poco audaces, otoñales figuras que, cuando se les proponía lo que fuera, respondían “Ya, pero”, o “Vamos a ver”, “Es complicado” y sobre todo, “Ya veremos”, y no esta jaula de grillos de superhéroes motivados que tienen el país hecho unos zorros. Feijoo debería comprender que parecer aburrido, más que un defecto perdonable, es su mayor virtud.