Opinión

Sanchismo: Bildu de mañana y atlantista de tarde

El Congreso de los Diputados ha sido esta semana como le corresponde constitucionalmente, el centro de la política nacional. En sí misma considerada, eso es ya una muy buena noticia porque hace honor al hecho de ser la sede de la representación del pueblo español que es el titular de la soberanía nacional. Otra cosa es que las decisiones que se adoptan en su seno por sus representantes electos sean más o menos beneficiosas para el bien común de los españoles y el interés general de la Nación. Y ciertamente no han faltado decisiones sobre las que el tiempo dará su veredicto, en particular las relativas a la fiscalidad temporal y extraordinaria a las empresas eléctricas, gasistas y petroleras y a las entidades financieras, porque es «de primero» de política económica que una mayor presión fiscal alimenta la inflación que en estos momentos significa en la práctica, una devaluación salarial para la «clase media trabajadora», a la que se refiere el Gobierno como sector social prioritario de su política. Veremos si la electricidad, el gas, los combustibles y las comisiones y gastos bancarios se mantienen, reducen o encarecen para los consumidores y usuarios que ya padecen los efectos de una histórica inflación de dos dígitos desconocida desde hace décadas en España.

Si todo ello es debido exclusivamente a «la guerra de Putin» que puede llevar a Occidente a una histórica recesión económica, habrá que preguntar a los dirigentes de la OTAN, porqué se empeñaron en ampliar sus fronteras progresivamente hasta llevarlas al límite de Rusia, que es necesario reconocer que había advertido reiteradamente que consideraba esa política una provocación, por ser una amenaza a su seguridad. Dichos dirigentes no han parado hasta conseguir que Putin adoptara esa trágica respuesta y ahora todo son lágrimas de cocodrilo llorando por las víctimas ucranianas y por la inflación y la posible recesión de Occidente. Sánchez, anfitrión de la Cumbre atlántica podría haber preguntado por ello, siquiera fuera discretamente, pero también resulta muy cómodo gobernar trasladando todas las culpas de lo que sucede a Putin. Ser radical populista podemizado por la mañana y aprobar una ley con la memoria de Bildu sobre nuestra Historia, para ejercer por la tarde de occidentalista en materia de seguridad y defensa aprobando gracias al voto del PP los compromisos asumidos unilateralmente por él, es una manera muy cómoda de gobernar. Es más que discutible que sea compatible ayudar a Sánchez a gobernar así, apoyándole «por sentido de Estado», cuando él y su Gobierno son el mayor peligro para España.