Opinión

Edith Stein: Copatrona de Europa, mártir de la fe

Hoy la Iglesia hace memoria de una extraordinaria mujer: Edith Stein, la menor de una familia judía de 11 hijos nacida en Breslau entonces ciudad de Alemania y hoy Bratislava de Polonia, el 12 de octubre de1891. El itinerario vital de esta mujer la hace acreedora de las grandes virtudes que la adornan, con la Cruz como signo permanente de su existencia. En su adolescencia, Edith era una hebrea practicante de su fe, que perdería muy joven a los 15 años, para ya desde el agnosticismo, dedicarse intensamente a la búsqueda de la verdad, que como ella escribió, culminó en una noche que pasó leyendo íntegramente «El libro de su Vida», la autobiografía de Santa Teresa de Jesús: «Aquí está la verdad» afirmó al acabar; era 1922. El 1º de enero de 1923 recibió el bautismo con el nombre de Benedicta de la Cruz, «bendecida por la cruz», en coherencia con el sentido que entendió era el de su vida. La Filosofía será la ciencia que cultivará con intensidad como objeto de estudio y dedicación profesional influenciada por Edmund Husserl el misógino filósofo de la fenomenología del que será estrecha discípula y asistenta, hasta la ruptura con él, siendo sucedida por Martin Heidegger. Impartió la docencia en varias universidades, y pese a su tesis doctoral «cum laude» que le otorgaba ese derecho no se le permitió la habilitación a la cátedra por ser mujer. Cuando en 1933 con el acceso de los nazis al poder se la apartó totalmente de la universidad por su condición de judía, decidió profesar como religiosa en el Carmelo de Colonia hasta que tras «la noche de los cristales rotos» en 1938, para su seguridad se la desplazó al Carmelo de Echt en Holanda. Poco duró allí, ya que el episcopado holandés tras la invasión nazi de su país, hizo pública una carta pastoral criticando duramente la persecución de los judíos. Así, el domingo 2 de agosto de 1942, la Gestapo irrumpió en el Carmelo para llevársela detenida junto a un nutrido grupo de judíos conversos al cristianismo. Cinco días duraría su traslado desde allí por ferrocarril hasta el campo de Auswicht- Birkenau en la Polonia ocupada. En todo momento mantuvo la paz asumiendo con entereza su Cruz, viviéndola como un acto de amor hacia su querido pueblo judío. Al día siguiente, 9 de agosto de 1942, moría gaseada. En 1997 san Juan Pablo II la canonizó como Santa Teresa Benedicta de la Cruz, mártir de la fe, y el año siguiente la nombró Copatrona de Europa junto a Sta. Catalina de Siena y Sta. Brígida de Suecia.