Pedro Sánchez
Derechos, deberes y la chistera sin fondo del presidente
El inquilino de la Moncloa, como sus socios de Gobierno, rehúye de forma consciente recordar a los ciudadanos –excepto a la oposición– que también tienen deberes y obligaciones que cumplir
Manuel Conthe es un personaje complejo. Arisco con los desconocidos, fue secretario de Estado de Economía en la primera época de ministro de Pedro Solbes y luego presidente de la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), designado por el Gobierno de Zapatero. Dimitió –rara avis, mejor dicho, en extinción– porque en 2007 le impidieron abrir expediente a Enel y Acciona por su actuación, para él irregular o sospechosa, en la OPA de Endesa. Luego asesoraría fugazmente a Ciudadanos y sería consejero de algunas empresas. Ahora ejerce sobre todo de intelectual exquisito, pero no por ello menos interesante. Muy influenciado por lo anglosajón, acaba de escribir –Expansión– que «en España, desde nuestra Constitución, tenemos reconocidos muchos más derechos que deberes y parecemos aspirar a ser un Estado de derechos (en plural), lo que explica gran parte de nuestro déficit presupuestario». Hay pocas –quizá ninguna– descripciones más breves y elocuentes de una realidad económica y social española, que amenaza con enquistarse.
Pedro Sánchez, desde su infinita intuición política, intenta aprovechar esas circunstancias en beneficio propio y enarbola desde el poder la bandera de los derechos, que ceba con subvenciones y concesiones, con dinero en definitiva. El inquilino de la Moncloa, sin embargo, como sus socios de Gobierno, rehúye de forma consciente recordar a los ciudadanos –excepto a la oposición– que también tienen deberes y obligaciones que cumplir. Es tan necesario como impopular. Por eso el líder del PSOE usa la táctica rugbística de patada hacia adelante y a otra cosa. En vísperas del final del verano económico ha adelantado que pretende mantener la subvención de veinte céntimos a los carburantes hasta final de año, a pesar de que el precio de los combustibles es menor que el que había cuando se adoptó una medida que, no solo no contribuye a reducir el consumo, sino que lo fomenta. Todo cuando el Gobierno busca, hasta el último minuto, los apoyos parlamentarios necesarios para aprobar el plan de ahorro energético que se sacó de la manga la vice Teresa Ribera a finales de junio. Tiene aspectos impopulares y otros casi imposibles de cumplir. Para compensar, Sánchez hurga en su chistera sin fondo una serie de medidas populares para el nuevo curso, que en teoría supondrán más derechos y, desde luego, más gasto, que contenten a una sociedad que, en general, no quiere saber nada de deberes, como apunta Conthe. Así de sencillo.
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