Opinión
Morir matando
Tras las repetidas elecciones de noviembre de 2019, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quisieron cerrar rápidamente las especulaciones surgidas del retroceso electoral que ambos habían recibido, al ser dicha repetición causa directa de haber obtenido entre los dos tan solo 165 escaños en abril, y reducidos entonces a 155. Por si fuera poco, Sánchez se comprometió a no pactar con Iglesias porque «el 95 % de los españoles no podrían dormir tranquilos». Ante ese fracaso, olvidaron promesas y descalificaciones, y en 48 horas firmaron en el Congreso de los Diputados el «pacto del abrazo» entre ambos. Dos meses después, el 7 de enero era investido Sánchez como presidente, en segunda votación y por la escuálida mayoría de 167 votos frente a 165, y eso gracias a la abstención de los 18 escaños de ERC y Bildu, en cuyas manos se encuentra desde entonces el gobierno de España. Tras la promesa de su gobierno ante el Rey, Sánchez compareció ante los medios, proclamando enfático que el suyo,-primer gobierno de coalición con el actual régimen constitucional-, «hablaría con varias voces pero con una sola palabra».
El tiempo ha sentenciado ese compromiso con la inexistencia de un gobierno de la Nación como hemos conocido desde 1978, sino de un grupo yuxtapuesto de 22 personas unidas por sentarse en torno a la mesa del Consejo de Ministros. Ese grupo de 22 ministros y ministras -elefantiásico en momentos que exigen reducción de gasto y austeridad general - habla ahora con demasiadas voces, y no con una sola palabra, sino con muchas y además contradictorias entre sí. El último ejemplo lo proporciona Yolanda Díaz, con una iniciativa para marcar territorio político suyo dentro del gobierno y para «Sumar» algo fuera de él, que tiene un saldo escuálido pese a que viene promocionando esa plataforma un mes tras otro. Topar los precios de los alimentos que integran la cesta de la compra sometida a una inflación de dos dígitos es tan populista como poco serio, al plantearlo la Vicepresidenta y Ministra de Trabajo, al margen del Ministro de Agricultura y Alimentación de su mismo gobierno, que es el competente directo en la materia y totalmente contrario a la medida. Es el desgobierno sanchista en plena actuación, ante una crítica situación que exige de los gobernantes, solvencia, competencia y responsabilidad. Tras el vuelco de todas las encuestas, Sánchez ha colocado al país en modo electoral hasta las próximas elecciones municipales, antesala de las generales. Lo que está claro es que, políticamente hablando, va a morir matando, incluido su partido. Y con muy grave daño a la ética pública, a la verdad, y a España.
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