Opinión

El derecho a la «pedofilia consentida»

Son de especial gravedad las afirmaciones de la ministra de Igualdad en su comparecencia en el Congreso de los Diputados sobre el derecho de los «niños, niñas y niñes» a conocer su propio cuerpo y a tener relaciones sexuales con quien quieran mientras estén basadas en el «consentimiento previo». Aunque en España la reacción no haya sido la que merecerían, habiéndolas además efectuado en la sede de la soberanía nacional y en una comparecencia oficial ante la Comisión de Igualdad por un miembro –miembra o miembre– del Gobierno de la nación.

En primer lugar, conviene recordar que el Ministerio del que es titular Su Señoría Irene Montero, es el de Igualdad, que no de la pedofilia, que es lo que esas declaraciones promueven, amparan, justifican y ensalzan. En el Código Penal hay un tipo delictivo sobre la corrupción de menores, y aunque la libertad de expresión ampara a los diputados y comparecientes, ello no incluye el derecho a hacer apología del delito. La ideología de género ha alcanzado de la mano de Sánchez tener un ministerio dedicado totalmente a promoverla mañana, tarde y noche, por tierra, mar y aire, mediante iniciativas legislativas y campañas de publicidad dirigidas a normalizar algo radicalmente contrario a la ley natural y la antropología humana.

Así, para que los «niños, niñas y niñes» –en la expresión literal de la ministra– puedan tomar plena conciencia de sus derechos sexuales, es preciso formarles en la materia, y así florecen iniciativas que secundan ese proyecto gubernamental en las escuelas, mediante talleres para «educarles en la diversidad y la inclusión», para que puedan elegir el género que desean, la vestimenta y la orientación sexual. De esta forma, niños de seis, siete, ocho años… serán «libres» por estar debidamente informados y «formados» para dar su consentimiento para tener relaciones con adultos, por ejemplo. La ideología del alfabeto inclusivo ya añadió tiempo atrás la letra Q (Queer) a las conocidas LGTBI, y ahora ya hay doctrinarios de esa aberrante ideología que promueven incluir la «P» de pedófilos.

Que el Gobierno de España promueva semejante aberración antinatural, ética y moral, da idea del abismo al que se ha llegado, y la obligación de la oposición de hacerle frente con toda la contundencia que tal agresión significa. Este es un ejemplo paradigmático de las leyes «ideológicas» que deben ser derogadas nada más asumir el Gobierno, con el compromiso solemne ante los electores. Y si no están dispuestos a dar esa batalla porque lo único importante parece ser la economía, que lo digan también.