Política

No volvamos a los tres partidos en la derecha

Nunca entendí que se desvistiera el santo del Congreso para vestir el del Parlamento andaluz con Macarena Olona

Tengo el mejor de los conceptos en lo personal, en lo político y en lo intelectual de Macarena Olona. Y una sana envidia de alguien que es mucho más inteligente que yo, que discursea como los ángeles y que atesora un acervo jurídico que ya me gustaría para los días de fiesta. Bueno, a mí y al 99,9% de los diputados y senadores. De su capacidad oratoria qué quieren que les cuente que ustedes no sepan. Cada miércoles hablaba 10 minutos sin papeles en la sesión de control del Congreso y lo hacía memorizando el discurso e implementándolo de manera perfectamente estructurada, sin equivocarse una sola vez y con tal contundencia en las formas y en el fondo que dejaba noqueados a sus rivales. Marlaska, el felón Marlaska, temblaba cada vez que la abogada del Estado alicantina tomaba la palabra. Claramente, al ruin ministro del Interior le gustan más los miércoles desde que a nuestra protagonista la mandaron a ese Gólgota que para ella representó Andalucía. Y cuando digo Marlaska, digo también cualquiera de los ministros a los que dejaba KO con la misma celeridad y facilidad con la que Tyson o Ali tumbaban a sus oponentes en el ring. Nunca entendí que se desvistiera el santo del Congreso para vestir el del Parlamento andaluz con Macarena Olona. Menos aún que se le impusiera ese estúpido leit motiv de campaña que pasaba por asegurar al votante que el apoyo a Juanma Moreno no estaba garantizado. Un error táctico propio de amateurs que llevó a esa derecha sociológica andaluza integrada por 2 millones de votantes a plantearse un perogrullesco silogismo: «Si Vox no asegura la continuidad de Moreno, que es el que va a ganar, mejor optar por el voto útil que es el PP. Que ya tuvimos bastante con 38 años de democrática dictadura socialista». Consecuencia: Vox subió dos escaños pero ya ni está ni se le espera en la gobernación de Andalucía. El diktat de Madrid colmó el vaso de la paciencia de la abogada del Estado, que acabó renunciando a todos sus cargos institucionales. Se hizo el camino de Santiago casi con el mismo éxito con el que Moisés lideró a su grey a la tierra prometida y ahora se dedica a dar multitudinarias conferencias con la indisimulada intención de montar lo que ella denomina una «plataforma de pensamiento», en cristiano un «partido político». Cuando un animal camina como un pato, tiene boca de pato y hace «cuá-cuá», no hace falta ser Félix Rodríguez de la Fuente para colegir que es un pato. Y cuando vas dando mítines por toda España, y con notable éxito por cierto, es obvio que vas a presentarte a las elecciones. Si no, ya estaría de vuelta en la Administración o habría montado un bufete en la milla de oro de Madrid. Sus intenciones serían loables si no fuera porque se dan de bofetadas con esa Ley Electoral que castiga la división y más en esta España dividida ideológicamente casi al 50%. Cuando ese bluff que fue Ciudadanos estaba en el candelero había tres partidos en la derecha y cero opciones de tumbar al eje del mal conformado por PSOE, ETA, Podemos y ERC. Ahora, con tan sólo dos, hay un 100% de posibilidades de botar a esta banda que se está cargando España económica, social, institucional y territorialmente. Presentarte, querida Maca, sería el regalo que el psycho de La Moncloa está esperando para continuar volando en Falcon. No lo hagas. El futuro está escrito en las estrellas y me da que te guarda importantes sorpresas y no precisamente fuera de la política.