El ratio ministro/habitante del Gobierno de la izquierda es el más oneroso de Europa

El Consejo de Ministros, y con esta misma denominación, lo establece Fernando VII en 1823. Bajo la jefatura del Primer Secretario de Estado. Con el reinado de su hija Isabel II, se avanza en este nuevo órgano ejecutivo, y se crea entonces la figura del Presidente del Consejo de Ministros que ya llegado hasta nuestros día de estado de derecho.

Durante nuestra democracia la media de ministros en cada gobierno ha sido de 15. El mínimo de 13, con Mariano Rajoy como jefe del gabinete, en 2011 y 2016. Seguido de José María Aznar con 14 en 1996 y 15 en 2000. Ambos, por supuesto, correspondieron a las victorias del Partido Popular.

Los dos gobiernos socialistas encabezados por José Luis Rodríguez Zapatero tuvieron una media de 16,5 ministros y los cuatro de Felipe González que lo antecedieron en los triunfos del PSOE alcanzaron la media de 16,3 ministros.

Por lo que los gobiernos democráticos de la derecha han contado con menos miembros que los de la izquierda. Pero esta diferencia se ha acrecentado con la llegada de Pedro Sánchez, con 17 ministros en su primer ejecutivo y con 22 en el último. Siendo la media de todos los gabinetes que ha conformado hasta el momento de 19,5 ministros.

Incluso una vez estallada la Guerra Civil, el primer gobierno de la República, que se formó en esta excepcional circunstancia, en julio de 1936, estaba integrado por 14 ministros y el del General Franco, en enero de 1938, por 11.

Entre nuestros socios de la Unión Europea, en la comparación entre las cuatro grandes naciones observamos que la más austera es Alemania, con tan solo 15 ministros para 83,2 millones de habitantes. El ratio alemán es de solo un ministro por cada 5,5 millones de habitantes. En el otro extremo se sitúa la despilfarradora España, con 47,1 millones de pobladores y nada menos que 22 ministros, 7 más que en Alemania, por lo que el ratio español es de un ministro por cada 2,1 millones de habitantes. Pero más allá de estos datos objetivos, la realidad española es extremadamente escandalosa, porque es el Estado más descentralizado de Europa, a lo que hay que unir una mastodóntica administración regional con más de 200 «ministros» autonómicos, llamados consejeros.

Francia e Italia también mejoran los resultados de España, con solo 3,4 y 2,6, respectivamente, millones de habitantes por ministro.

La ineficiencia de la economía española tiene en el desmedido gasto público la principal causa de nuestro cada día mayor alejamiento de los estándares europeos.

El Instituto de Estudios Económicos indicaba en su informe de 2021 que el conjunto de las administraciones públicas (gobierno central, autonomías, diputaciones, cabildos insulares, comarcas, municipios, etc…) despilfarraban 60.000 millones de euros, que podrían ahorrarse y quedar en los bolsillos de las familias y empresas, para ahorro o inversión.

El informe aseguraba que con este recorte no se resentiría el estado de bienestar. El 14% del dinero público va a duplicidades, o no se le puede realizar un seguimiento correcto, o directamente se convierte en arma electoral.

No rige el principio de eficiencia, que permitiría externalizar servicios públicos en empresas privadas. En lugar de reducirlo, el personal de la administración se incrementa a pesar de la digitalización. En absoluto rige la elemental norma de presupuestos ligados a resultados u objetivos, etc…

Durante el periodo fiscal 2019/2021, de gobierno de Pedro Sánchez, la ineficiencia ha crecido enormemente, pasando del 87,4% en la que lo dejó Rajoy al 74,4% al cierre del ejercicio 2021.