Política

Lo maquinó Sánchez

El NO del PP es una victoria incuestionable de Sánchez

Arrastra los pies la España de puente, con un calor que no termina de irse y un incesante barullo de desencuentro que no sirve precisamente para infundir serenidad en una ciudadanía que quizá esté cansada de tanta feria. Quizá.

Parecía Feijóo encaramado en una ola que surfeaba con la habilidad de los experimentados, venga a subir en las encuestas y a crecer en los afectos, cuando ha caído al primer quiebro al que le ha obligado el más crecido y experimentado Sánchez. Ayer volvimos a comprobarlo y me temo que las próximas semanas nos traerán más de lo mismo.

Es difícil aceptar que desde el gobierno legítimo se otorgue trato de favor a quienes ilegítimamente atentaron contra el régimen constitucional que debiera encarnar ese gobierno. Pero esta herida lleva mucho tiempo abierta, porque Sánchez ya dio muestras hace tiempo de ser capaz de cualquier pago a quienes le garanticen la estabilidad de su gobierno. La afrenta, por tanto, no es nueva. Y la escalada en esa dirección, otorgando suavizar el delito de sedición, con ser una concesión difícil de asumir, no se me antoja un quiebro inesperado ni que justifique un giro estratégico que va a resultar dañino para el propio Partido Popular.

Tanto, que a estas alturas, estoy dispuesto a dar por bueno que podríamos hasta estar ante una maniobra del propio Sánchez. Porque, a ver: ¿cuál ha sido el principal y prácticamente único argumento del socialismo en el gobierno para atacar al Partido Popular? ¿En qué se han encastillado los socialistas y sus colegas en los últimos años para deslegitimar toda política de la oposición de centro derecha? Pues en eso, en su negativa a acordar la renovación de las instituciones judiciales. El PP no es democrático porque no quiere cumplir la Constitución. Y punto. Ese es el ariete.

Con el acuerdo que ya estaba casi por rubricar, el Partido Popular muestra su rechazo a la modificación del delito de sedición, lo cual es loable y responde a su compromiso institucional. Pero ha elegido el camino más largo, y para él más dañino, en su ejercicio de oposición.

No firmar lo que ya estaba decidido no va a parar los cambios que maquina Sánchez para seguir, ni mejorar la imagen de un Feijóo moderado y dialogante. Más bien al contrario. La política eficaz debe ser pragmática si quiere pasar del estrépito a la acción. Y en este país, sobre todo el electorado de centro, al que debiera aspirar el nuevo Partido Popular, prefiere las nueces al ruido, el acuerdo al desencuentro. Sobre todo si se mantienen en el tiempo. Con el acuerdo, Feijóo habría reforzado su imagen de hombre de Estado y facilitado su estrategia de acción frente a los desmanes y las concesiones de Sánchez.

Pero no. Lo que ha reforzado es el argumentario socialista. El gobierno sacó ayer del sistema al PP al acusarle de «normalizar el incumplimiento de la Constitución»».

El NO del PP es una victoria incuestionable de Sánchez. Tanto, que hasta empiezo a pensar que ha sido cosa suya. A estas alturas, no es fácil ver el perfil del beneficio obtenido por Feijóo en esta marcha atrás. O al menos yo no lo veo.