Pedro Sánchez

Canela fina | El bumerán de la sedición

«Tras la derogación del delito de sedición, Aragonés ha exigido ya la amnistía y el referéndum»

Tezanos es el chamán de Pedro Sánchez, es el nigromante del PSOE, el zahorí del sanchismo, el embaucador del CIS. Hombre muy seguro en sus errores, negaría yo la evidencia si no le reconociera entusiasmo al servicio de su cómitre. Aparte la camelancia de las encuestas públicas, Tezanos ha dejado bien claro, que, si la campaña propagandística de un año le sale bien a Sánchez y en las elecciones generales el PSOE quedara por delante del PP, necesitará los escaños de los separatistas catalanes ERC y JxC, de los secesionistas del PNV y también de los bilduetarras para reproducir una alianza que le mantenga en el poder.

Atropellar el delito de sedición ha provocado un generalizado escándalo. Se trata del servicio sanchista a los dirigentes que perpetraron un golpe de Estado contra la España democrática y contra la Constitución. Así lo sentenció el Tribunal Supremo tras un juicio transparente y ejemplar. Sánchez necesita los votos de ERC y por eso ha rodeado de sofismas el degüello de la sedición, tras caer de hinojos ante los secesionistas catalanes. Esos sofismas tan torpemente esgrimidos no han servido para nada, salvo para que Pedro Sánchez confíe en su permanencia en el poder, después de adueñarse desde Correos a Indra, desde el CNI a buena parte de los medios audiovisuales, amén la descarada compra de votos a través de los PGE y las ayudas europeas. Y todo ello aprovechándose de la lenidad de Feijóo, que sestea sobre unas volátiles encuestas favorables.

Pedro Sánchez consiguió los escaños de ERC para su investidura. Precisó de ellos para aprobar, año tras año, los PGE y varios proyectos de ley especialmente espinosos. Según Tezanos no podrá prescindir de esos escaños si el año que viene quiere permanecer apoltronado en la silla curul del palacio de La Moncloa. Y por eso, no por ningún otro motivo, se dispone a servir a los independentistas en la bandeja de la infamia la cabeza de la sedición, lo que ha escandalizado a muchos dentro y fuera del PSOE. Ha conseguido, eso sí, el aplauso enardecido de Oriol Junqueras y el entusiasmo de Aragonés, que ha planteado ya la exigencia de la amnistía y la autodeterminación. La reacción contra la tropelía sanchista ha sido clamorosa, con declaraciones inequívocas, incluso, de varios barones socialistas.