Opinión

Covadonga, «cuna de un reino cristiano»

Desde el «Real Sitio» de Covadonga en un día frío y lluvioso que sintoniza con el maravilloso paisaje de la tierra asturiana, escribí ayer estas líneas como un sentido y modesto homenaje a la Santina, la Virgen de Covadonga patrona del Principado de Asturias y que anida en el corazón de los astures. Al igual que los mexicanos, que ya se declaren fervorosos creyentes católicos o incluso ateos o agnósticos, se reconocen fervientes guadalupanos. Ese maravilloso lugar está compuesto por la Cueva tallada en la roca y en ella una capilla presidida por una imagen de la Santina.

A sus pies una cascada de agua cae sobre un estanque que es aprovechado por sus peregrinos, como los romanos en la Fontana de Trevi, lanzando monedas pidiendo favores a la Virgen. La historia del culto a la Virgen María en ese lugar está recogida por la tradición convertida en Historia, desde el siglo VIII, concretamente desde ahora hace exactamente 1.300 años por comenzar en el 722. La península ibérica había sido invadida por los musulmanes desde el sur once años antes en 711, provocando una rápida implosión del reino visigodo hispánico.

Siguió rápidamente una progresión hacia el norte que amenazaba a todo el continente que conformaba la Cristiandad comenzando por las tierras galas, Según la tradición –que suele ir acompañada de cierta mitificación legendaria– el Rey Don Pelayo y un pequeño contingente de soldados cristianos rebeldes a la invasión se habría refugiado en esas montañas para enfrentarse a los invasores, dando lugar a la batalla de Covadonga. En particular, en esa Cueva de las montañas se habría refugiado Don Pelayo, convirtiéndose así en un símbolo del comienzo de la Reconquista que culminó casi ocho siglos después en 1492.

Historiadores de la talla de Sánchez Albornoz, Menéndez Pidal o Menéndez Pelayo lo califican como la cuna de la Reconquista cristiana de España. El Real Sitio integra una preciosa Basílica de estilo neorrománico mandada construir en 1877 por Alfonso XII poco después de la recuperación de la Corona, con la Restauración Canovista de 1876. El Papa San Juan Pablo II, peregrino de la Fe, oró largamente ante la Santina en la Cueva, el 21 de Agosto de 1989 y celebró la Misa en la explanada. En la homilía reconoció esa identidad:

«Covadonga es una de las primeras piedras de una Europa cuyas raíces cristianas ahondan en su historia y su cultura. El reino cristiano nacido en estas montañas puso en movimiento una manera de vivir y de expresar la existencia bajo la inspiración del Evangelio». Apenas tres meses después, el Muro que dividía la Europa cristiana caía en Berlín.