Opinión

La encrucijada mundial

Pedro Baños, Coronel del Ejército de Tierra español y diplomado de Estado Mayor actualmente en la reserva, ya es reconocido como un gran experto en geopolítica, de la que su prolífica actividad como escritor y su presencia en los medios están consiguiendo interesar y formar a una porción cada vez más cualificada de nuestra sociedad. Su último libro «La encrucijada mundial», su quinta obra, es de lectura obligada para quien desee conocer de verdad a qué intereses y quiénes realmente manejan este mundo global gobernándolo desde la sombra y sin que nadie los haya elegido.

«Si Maquiavelo viviera ahora, se escandalizaría» es una afirmación que basta para dar una idea del interés de su trabajo, que resulta imprescindible para conocer en qué mundo vivimos. La lucha por el poder cada vez más despiadada entre el imperio mundial hasta ahora hegemónico, que es el ejercido por Estados Unidos desde el final de la guerra fría que acabó con su victoria frente a la URSS, está acabando ante la emergencia de la China, un imperio naciente –y de hecho ya nacido– que con sus más de 1.400 millones de habitantes se abre paso con pasos agigantados e incontenibles.

El poder se expresa en la capacidad de imponer tu voluntad y tus deseos a los demás aún contra su voluntad, y eso lo experimenta de manera clara la UE frente a EEUU que ahora se evidencia ante la situación de Ucrania de forma además dramática. El Coronel Baños analiza con rigor científico alejado de meras teorías conspiranoicas las líneas de fuerza que mueven el mundo, apelando a que sus dirigentes, impulsados por unos ciudadanos debidamente mentalizados y motivados, trabajen por la paz y por la seguridad humana, que no puede estar sometida a intereses que mueven manos desconocidas. No podía faltar el análisis y la preocupación por el mundo futuro, con la importancia de la educación, con países que incluso tienen ya «ministerios del futuro».

La biotecnología ocupa un papel destacado en su trabajo, apuntando a una sanidad mundial «dual» de dos «castas»; el común de los mortales por un lado, y una élite integrada por una escasísima parte de la población con acceso exclusivo a unos tratamientos que desconocemos completamente, incluso con islas geográficas, donde se les proporcionan bajo un estricto secreto. Vamos hacia una sociedad crecientemente deshumanizada, donde la revolución digital alejada de la ética persigue conseguir seres poshumanos no limitados por las propias de la naturaleza humana. Con inteligencia artificial, sin enfermedades y persiguiendo la inmortalidad en definitiva. Es la permanente tentación diabólica: «Ser como dioses».