Constitución

Otra foto para la Constitución

Si volvemos a mirar el retrato aún reciente de este 6-D, ese que nos aparecerá de forma aleatoria en los móviles de mañana, constataremos que, además de no valorar la Constitución en su justa medida, tampoco la defendimos

Seguro que a usted le ha ocurrido. Coge el móvil, esa moderna extensión de nosotros mismos, y allí están: fotos que nos acechan como fantasmas, asomadas a la pantalla y que, sin avisar, nos recuerdan qué hacíamos tal día como hoy hace uno, tres o siete años. Creando una nueva forma de medir el pasado que nos obliga a impregnarnos del inexorable paso del tiempo. ¿Dónde estará aquel abrigo que nos encantaba y ahora confirmamos horrible? ¿Cómo es que sucumbimos a semejante corte de pelo, demasiado a la moda? ¿En qué momento apareció esta arruga que allí no estaba? Las imágenes nos cuentan que seguimos siendo los mismos, claro, pero diferentes. Y este recordatorio, más íntimo y personal, también puede alcanzar al ámbito común, a ese en el que confluimos todos o, al menos, deberíamos.

Se acaba de repetir la fotografía del aniversario de la Constitución. Y ya van 44. En esta instantánea se nos ve más viejos, inevitable, y también peores: más enfadados, más crispados, más polarizados. Ni rastro de celebraciones eufóricas y orgullosas a cuenta de un texto que ha creado un espacio de convivencia lo suficientemente amplio como para que los más de 47 millones de españoles que somos, tan diversos, pudiéramos ensamblarnos. Ha fijado un marco social y jurídico tan flexible y resistente (o tan resistente y flexible) como para encajar el golpe de Estado de 1981, las embestidas del terrorismo, la abdicación de un rey, el amago de ruptura del orden territorial de una autonomía y hasta una pandemia casi de ciencia ficción. Las vicisitudes de cuatro décadas. Si volvemos a mirar el retrato aún reciente de este 6-D, ese que nos aparecerá de forma aleatoria en los móviles de mañana, constataremos que, además de no valorar la Constitución en su justa medida, tampoco la defendimos y permitimos su desmontaje: sedición mediante, sí, pero no solo. Y, quizá, concluyamos que necesitamos forjar un nuevo enfoque, desde otro ángulo más realista y protector, a ver si así nos sale mejor la próxima foto.