Política

En busca de la España tronada

Se consuela el oráculo del sanchismo con la idea de que pasó lo mismo –el despiadado acoso de la derecha– con Felipe González y con José Luis R. Zapatero al final de sus respectivos mandatos

El último apologeta del sanchismo dice en «El País», bajo el llamativo título de «La España tronada», que «las derechas políticas y mediáticas parecen haber perdido la cordura». Basa la dura acusación en las críticas a Pedro Sánchez, cada vez más desaforadas y extensas. Se refiere expresamente Ignacio Sánchez-Cuenca a los ataques que está padeciendo el presidente del Gobierno por su intento desesperado de superar el bloqueo al que el Partido Popular, según él, tiene sometido al Poder Judicial y al Tribunal Constitucional. (Escribo mientras delibera el tribunal de garantías).El activista catedrático de Ciencia Política soslaya cuidadosamente el otro peliagudo asunto: la reforma por la vía rápida del Código Penal –sedición y malversación– por exigencia de ERC, que está levantando las mayores críticas no sólo en esas «derechas tronadas», sino también en las filas socialistas.

Se consuela el oráculo del sanchismo con la idea de que pasó lo mismo –el despiadado acoso de la derecha– con Felipe González y con José Luis R. Zapatero al final de sus respectivos mandatos. O sea, la derecha es incorregible, y la historia se repite. Además, como indican, contra toda evidencia, las consignas machaconas de La Moncloa, el «efecto Feijóo» está decayendo. Hay Sánchez para rato, digan lo que digan esos tronados que van gritando por las esquinas. No recuerda el apologeta que Felipe González acabó, con unas ojeras que se las pisaba, hundido por la corrupción de Filesa y el escándalo de los GAL, y Zapatero, machacado por los destrozos de la crisis económica que no supo prever ni enderezar. Lo que está ocurriendo en España, en este interminable final de trayecto de Pedro Sánchez, es mucho más grave que lo que motivó la caída de sus predecesores.

Extraña que un profesor de Ciencia Política no se haya enterado todavía. Otros se dieron cuenta a tiempo. Puede aclararle algo la confusión que tiene en la cabeza lo que le dijo el otro día, hablando de Pedro Sánchez, Alfonso Guerra, otro tronado de la derecha como se sabe, a Carlos Alsina: «Apoyé sus decisiones cuando dijo que no podía dormir tranquilo con Podemos en el Gobierno, cuando dijo que lo de 2017 (en Cataluña) no era sedición, que era rebelión; cuando dijo que agravaría las penas, cuando dijo que tipificaría el delito de convocatoria de referéndum (que es lo que viene ahora), cuando dijo que no habría indultos, y no digamos cómo le apoyé cuando dijo que nunca habría pactos con Bildu». Uno, después de este contundente recordatorio, se pregunta cuál es la «España tronada»: ¿la de Guerra o la de Sánchez-Cuenca?