Pascua Militar

Unidad en tiempo de fracturas

El Rey recordó que «una sociedad dividida o enfrentada no avanza, no progresa ni resuelve bien sus problemas; no genera confianza»

Cuando recientemente se creó una nueva formación militar (UME) que «cosiese» necesidades y carencias de los servicios de emergencia de las Comunidades Autónomas no se dudó en llamarle unidad. Y cuando los servicios médicos de un hospital deciden mejorar la atención de sus enfermos críticos y crean un servicio especial (UCI), tampoco dudan en llamarle unidad. Al mismo concepto habían llegado en pleno desarrollo de la exposición Universal de Barcelona de 1888 –trabajos a destajo de miles de trabajadores con víctimas como ahora en Qatar– los fundadores de la UGT, al llamarla unión.

«Tenemos motivos y razones más que poderosas para la unión y para trabajar juntos» dijo nuestro Rey con medidas palabras en Nochebuena; añadiendo: «no tengo duda de que seremos capaces de superar dificultades, si entendemos que no vivimos en tiempos para encerrarnos en nosotros mismos ni tiempos para fracturas, para divisiones internas, sino para poner el acento en aquello que nos une sobre nuestra diversidad».

Entiendo que mañana en las palabras que dirigirá a las Fuerzas Armadas en el Palacio de Oriente con motivo de la Pascua Militar, no necesitará repetir estos conceptos. Recordará a su buen antecesor Carlos III que instituyó la festividad «como expresión de júbilo por la recuperación de Menorca en poder de los ingleses en 1782» a golpe de duro sitio, bloqueo naval, artillería, e infantería y zapadores de asalto. Para ello ordenó a «Virreyes, Capitanes Generales, Gobernadores y Comandantes militares y navales reuniesen a las guarniciones y tripulaciones y notificasen en su nombre a los Jefes y Oficiales para que estos lo hiciesen llegar a su vez a las tropas, su regia felicitación». Aunque el sentido de la conmemoración haya cambiado por esta difusa y desequilibrada frontera entre Defensa y Fuerzas Armadas, no necesita recordar el Rey a los uniformados el valor de la unidad. Estos saben de sobra que en el combate, sin ella, se arriesga no solo el éxito, sino la propia vida; el mejor piloto de Eurofighter sabe que sin una buena unidad logística de apoyo en tierra no puede volar; y la tripulación de una fragata navegando hoy por el Índico comprende bien los conceptos de unidad y disciplina que rigen a bordo.

Por esto nos duele que se troceen instituciones básicas de nuestro Estado acorde con las supuestas ideologías de sus componentes. Que ya se prevea el resultado de sus sentencias de mañana, ligadas al número de votos de cada partida ideológica. «La división hace más frágil a las democracias» les dijo el Rey. Espero que su sentido de la responsabilidad les lleve a superar esta quiebra, lastre indiscutible de nuestra democracia. Pienso en un equipo de fútbol en el que entre sus jugadores –once como en el TC– cinco fuesen partidarios de un férreo «catenaccio» como sistema de juego y los otros seis del «jogo bonito». ¡Ya pueden imaginar en qué liga jugarían! Bien sabemos que la unidad en los equipos deportivos también es vital y conocemos bien la contundencia con que sus entrenadores la exigen de sus jugadores.

Me detengo en una última frase que encaja en el mismo tono con que Felipe VI nos animó a seguir: «no tengo dudas de que seremos capaces» o «hay motivos para pensar que las cosas pueden cambiar y mejorar». Es cuando dijo: «allá donde haga falta, allá donde se necesite una palabra de aliento, una mano amiga, hay un español que demuestra con obras la grandeza y el alma más profunda de nuestra tierra». Él mismo ratificó: «lo he vivido día a día en mis contactos con vosotros».

Incluyo, junto al testimonio de miles de misioneros nuestros que hemos encontrado en los rincones más perdidos del mundo, el buen hacer de los más de tres mil hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas repartidos por el mundo. Y el mensaje debe llegar a ellos; de lo que se espera de ellos. Hay que animarlos sin que se miren en el espejo de unos irresponsables que quieren romper nuestra convivencia, a quienes S.M. recordó: «una sociedad dividida o enfrentada no avanza, no progresa ni resuelve bien sus problemas; no genera confianza». Nuestros soldados y marineros en contacto con sociedades que sufren la guerra, cerca del clamor de millones de refugiados o del odio tribal, necesitan sentir esta confianza de su sociedad y la estabilidad de sus instituciones.

Todo esto deberían tenerlo en cuenta quienes insultan a quien piensa diferente; quienes chantajean, quienes asesinaron y no se arrepienten, quienes son insolidarios con otros pueblos; quienes priorizan su interés al bien general, juran en falso, mienten a sabiendas, constantemente sabotean nuestra unidad constitucional; quienes hablan en nombre de todos, cuando ellos no son todos.

A pesar de ellos, ¡feliz Pascua Militar! ¡Por supuesto, unidos!

Luis Alejandre Sintes es general (R).