Política
Por supuesto que hay partido
Ferraz y Moncloa tienen el camino marcado, incluida una remodelación ministerial que muy probablemente llegará «sí o sí»
Y ahora llegan los Puigdemont y las Ponsatí para aguar la fiesta de la amnesia que tan feliz se prometía el Gobierno. Arrancado y muy metido en faena este que todos bautizamos como año electoral, no hay encuesta buena para el Gobierno, castigado por sus concesiones al separatismo, pero también –como reflejaba la encuesta publicada por este periódico en el arranque del año– por la desaprobación incluso desde el propio electorado socialista de los métodos para contener la inflación, por no hablar del clamor, en este caso entre los propios votantes de Podemos para que se cambie una ley del «sí es sí» todavía incólume, como si de ello dependiera que la ministra de Igualdad o el propio presidente no acaben convirtiéndose en estatuas de sal. Pero las encuestas como bien saben los que las encabezan reflejan estados de opinión muy puntuales y salvo tsunamis a la vista –que no es el caso– en absoluto sientan jurisprudencia sobre lo que pueda ocurrir en la fundamental cita con las urnas de las territoriales de mayo y menos aún en la definitiva contienda de las generales, sobre todo porque una de las dos trincheras, en este caso la del Gobierno, sabe que se mantiene la nada despreciable prerrogativa del control de los tiempos y sobre todo de un BOE que será llave del verdadero y auténtico «maná» con el que Sánchez y su guardia pretoriana están convencidos de revertir la situación.
Las palabras del jefe del Gobierno hace unos días ante la prensa ofrecían toda una pista, «si hemos avanzado en lo social, qué no será lo que hagamos cuando mejoren las condiciones». La baza tendrá por lo tanto una doble dirección, de un lado inocular por la vía de la dádiva fuertes dosis de amnesia a una ciudadanía descolocada y atónita ante osadías como la reforma de la malversación o la supresión de la sedición entregando parte de la clave de bóveda del estado justo a quienes propugnan su debilitamiento y de otro tratar de horadar la imagen de Núñez Feijóo como jefe de la oposición, comprobado que en efecto algo queda cuando se aceleran estrategias como la de situarle como responsable del bloqueo para la renovación judicial. Ferraz y Moncloa tienen el camino que está marcado, incluida una remodelación ministerial que muy probablemente llegará «sí o sí» para cuajar un ejecutivo de perfil más político ante los retos electorales. Preparen el cubo de palomitas.
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