Política

El porqué de la mala prensa de Yolanda

Negociadores sociales, ministros socialistas y ministras de Podemos se hacen eco de la misma queja: «al final, te la juega».

La ministra Yolanda Díaz tiene como una de sus principales virtudes políticas su capacidad de empatizar con el ciudadano. Sabe lo que tiene que decir para caer bien y para conectar con un segmento del electorado entre el que podría predicar también Pedro Sánchez, si no fuera porque la virtud de la ministra es su mayor defecto.

Pero, en un momento en el que todo ha entrado ya en fase de balances, llama la atención hasta qué punto quienes han tratado mano a mano con la vicepresidenta coinciden en dejar el mensaje de que conviene no fiarse de ella porque «te acaba enredando». Con quien no ha tenido ni tiene problemas es con el líder de CC OO, Unai Sordo, a quien le une una muy buena relación personal que deja espacio para proteger la confianza y las confidencias. Pero, más allá del líder sindical, negociadores sociales, ministros socialistas y ministras de Podemos se hacen eco de la misma queja: «al final, te la juega».

Por todo esto no es tampoco del gusto de ERC. Se habla mucho sobre si el problema es de competencia política, de rivalidad incluso de egos, cuando lo cierto es que lo que pesa en esta desafección de los de Junqueras hacia la hoy enemiga de Pablo Iglesias es que, cuando han probado a la vicepresidenta, a ellos también se la ha jugado, o eso dicen, al menos. Nadie confiesa en público lo que se comenta en privado para evitar el riesgo de que su empatía social se vuelva en su contra. Y como, además, tiene la protección del presidente del Gobierno, el miedo se multiplica.

En su entorno político y social no es fácil encontrar a quien quiera jugarse un mus con ella, aunque sí alaban su brutal proceso de cambio de imagen desde que llegó de Galicia e Iglesias la fichó como «pacificadora» interna. Una metamorfosis que no atribuyen a un aprendizaje innato, sino a un estudiado y elaborado proceso privado de educación comunicativa. Todo está tan medido en su promoción personal que hasta el Ministerio y la Inspección de Trabajo se manejan a gusto de sus intereses. Y que tiemblen todos los capitalistas de moqueta porque caerán sobre ellos las siete plagas si es a cambio de que la promoción de su candidatura llegue a buen puerto. Éstos no son tiempos para cuidar el emprendimiento ni a aquellos que crean riqueza. Total, hasta en el bar de enfrente del Ministerio siempre entenderán mejor los eslóganes fáciles que las consecuencias reales de aplicar el eslogan.