El trípode del domingo

27 de octubre, una fecha para ganar la paz

Ciertamente la situación mundial ha alcanzado un nivel de gravedad más que preocupante tras el ataque terrorista contra Israel del pasado día 7, fiesta de la Virgen del Rosario en la Iglesia Católica.

El Papa Francisco ha pedido que el próximo viernes 27 de octubre sea una jornada dedicada a la oración y el ayuno para pedir por la paz, muy especialmente en Tierra Santa y Ucrania. Ciertamente la situación mundial ha alcanzado un nivel de gravedad más que preocupante tras el ataque terrorista contra Israel del pasado día 7, fiesta de la Virgen del Rosario en la Iglesia Católica.

En relación a su importancia, es oportuno y conveniente tener presente unos hechos muy significativos que han de acogerse con el rigor y la responsabilidad que requiere la situación de peligro en la que se encuentra la humanidad, con armas de destrucción masiva de una capacidad de exterminio sin precedentes. Las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki con las que acabó la Segunda Guerra Mundial, son hoy artefactos bélicos apenas comparables a los existentes en los arsenales disponibles.

Pese a la apostasía generalizada en el Occidente de raíces cristianas, deberían resonar en sus oídos sordos y en sus mentes cerradas, las palabras y el mensaje que en plena Primera Guerra Mundial trajo la Madre de Dios y de los hombres para la humanidad. Fue en 1917 en Fátima, previniéndonos de «una guerra mayor», porque éstas «son consecuencia de los pecados de los hombres», y exhortando a la conversión para evitarla mediante la oración, el ayuno y la penitencia. No se le hizo caso alguno y se vivirían los «felices años veinte», y veinte años después de la Primera, se desencadenará la que sería la Segunda Guerra Mundial. Por no hacer nada, ni tan siquiera se consagró «Rusia al Inmaculado Corazón de María por el Papa en comunión con todos los obispos del mundo», que la hubiera evitado, aún sin conversión.

San Juan Pablo II, al producirse la «coincidencia» de su atentado el 13 de mayo de 1981, fiesta de la Virgen de Fátima, dirá que «en los designios de la Providencia no hay meras coincidencias», y efectuará la consagración que obtuvo la gracia de la desaparición del Muro de Berlín y la URSS sin violencia alguna. Hoy es conocida la grave situación que atravesaba el mundo, con un riesgo cierto de conflagración entre las dos grandes superpotencias de aquel momento.

Ahora la paz no se conseguirá, ni la guerra se evitará gracias al armamento, cada vez más sofisticado y letal. Es hoy de vital importancia escuchar y atender el mensaje del Cielo de 1917 acerca de la causa de las guerras y la manera de evitarlas. El 27 de octubre es una importante ocasión para atenderlo.