El trípode

Un 6 de octubre «progresista y convivencial»

Para aquellos «progresistas», la República «era suya», y no podía aceptarse que la derecha la gobernara, aunque hubiese sido la fuerza política ganadora.

Hoy 6 de octubre es una fecha destacada en la Historia de España, asociada al golpe de Estado de Lluis Companys, presidente de la Generalitat de Cataluña, proclamando ese día de 1934 el «estado catalán dentro de la República federal» dispuesto a «acoger a su Gobierno provisional». Simultáneamente, las centrales sindicales CNT y UGT, aliadas al PSOE de Largo Caballero y Prieto, convocaron una huelga general revolucionaria que afectó especialmente a Asturias, y ocasionó en toda España más de 1.500 muertos y gravísimos disturbios con 20.000 detenidos. Para los «progresistas y convivenciales» socialistas, comunistas y separatistas del momento, el delito cometido era que las derechas habían ganado las elecciones previas de noviembre de 1933 y el partido vencedor, la CEDA de Gil Robles con 115 diputados, había entrado en el Gobierno con tres carteras ministeriales. Para aquellos «progresistas», la República «era suya», y no podía aceptarse que la derecha la gobernara, aunque hubiese sido la fuerza política ganadora. Ese progresismo se pondrá de manifiesto nuevamente apenas 16 meses después con las elecciones anticipadas del 16 de febrero de 1936.

Los historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García acreditan documentalmente en una exhaustiva investigación titulada «1936: Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular», el pucherazo electoral por el que accedieron al poder con la formación de este progresista primer Frente Popular de nuestra Historia. Ese Gobierno abrió una etapa de violencia generalizada que precipitó la Guerra Civil apenas cinco meses después, tras el secuestro y asesinato del líder de la oposición parlamentaria monárquica José Calvo Sotelo a manos de guardias de asalto de la República. Tan «progresistas» como los socialistas del PSOE que junto a la UGT ya habían promovido en 1917 una huelga general para desestabilizar el régimen político de la Restauración, fruto del pacto de Cánovas y Sagasta en 1876, tras el desastre del sexenio revolucionario nacido de la «Gloriosa» Revolución que derrocó a Isabel II. Esta huelga general contó con el apoyo político de la progresista Lliga Regionalista de Cambó, que aprovechó la ocasión para apostar, cual anticipado Puigdemont, por un Estado independiente. Todo ello en 1917, singular año en acontecimientos: derrocamiento de la dinastía Romanov con Nicolás II al frente, en pleno desarrollo de la Primera Guerra Mundial, y con el Octubre Rojo de la Revolución bolchevique rusa. España gozaba del privilegio de ser un país neutral en la Guerra Mundial, quedando al abrigo de tantas calamidades y, pese a ello, los progresistas del PSOE y los separatistas catalanes ya estaban como están ahora. El sanchismo «progresista y convivencial» desestabilizador en nuestra Historia.