El buen salvaje
868.000 personas en Las Ventas vs. 134.000 votos del Pacma
Entrar por Las Ventas te convierte en moderno «avant la lettre» por salvaguardar una tradición sagrada y por contestar a las tribunas oficiales que quieren dominar la conversación de la calle sin conseguirlo
El ministro de Cultura ha aprendido a peinarse (llegó con unas greñas que hizo gritar a mi peluquero, y también a muchas chicas, porque el mozo gusta, todo hay que decirlo), por lo tanto es más fácil que se desmelene, como hace unos días en el Congreso, hablando del concepto que le mueve hasta la pasión: prohibir. En este caso, los toros. Pero los de la ultraizquierda aspiran a prohibirlo todo para que en el mundo nuevo se nos aparezca un dulce sindiós. Ahora los toros; después, las vacas. No habrá animal al que uno pueda mirar a los ojos sin que aparezcan las Fuerzas de Seguridad. «¿Qué cree usted que está haciendo», nos dirán mientras intentamos hipnotizar a una gallina. Los de Sumar ven en los platos que comen una injusticia. Si es animal porque se ha tenido que sacrificar y, si es vegetal, por la mala influencia del campo en el cambio climático. Los que viven de una cosa o de la otra interesan poco, tanto que aspiran a prohibir el trabajo, lo que demuestra la estima en que tienen a los trabajadores.
Cotejo unas cifras sobre la asistencia a los toros en Madrid que me dejan atolondrado. Resulta que un ministerio entero declara la guerra a un espectáculo al que asistieron, solo en Las Ventas, 900.000 personas en un año. El Pacma obtuvo en las últimas elecciones europeas algo más de 130.000 votos. Y Alvise, que ha resultado ser también un depredador de la tauromaquia, se hizo con tres asientos con 850.000 sufragios de toda España. Sigo con los números: 18.000 abonos además de 1.200 solo para jóvenes menores de 25 años.
Entrar por Las Ventas te convierte en moderno «avant la lettre» por salvaguardar una tradición sagrada y por contestar a las tribunas oficiales que quieren dominar la conversación de la calle sin conseguirlo.
El próximo sábado empieza la Feria de Otoño de Madrid. Habrá buenas y malas tardes y algunas de gloria con el olor a mojado del albero. Otro momento para constatar que lo que se dice desde el ministerio de Cultura sobre el escaso interés que provoca es falso. Una consigna más. Algo tendrá que ver la gestión de la plaza y el ulular en las cabezas de los que no se sobornan por cierto infantilismo animado. El sábado seguirán muriendo los cerdos y hasta nosotros mismos estaremos más muertos que vivos, alegres porque saldremos con polvo en los zapatos hasta el primer bar donde admitan a gente decente y comprometida. ¿O es que las barricadas siempre están del otro lado?
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