Cristina L. Schlichting
Alberto, es hora de ponerse las pilas
El candidato que aspira a conquistar el centro, Alberto Núñez Feijoo, se quitó de en medio en la moción de censura y ni estuvo en el Parlamento, prefirió irse a la UE
A España no la va a conocer ni la madre que la parió. La frase de Alfonso Guerra se hace verdad tras el profundo cambio legislativo que ha impreso el gobierno de coalición de PSOE con Podemos. Esto es una máquina de hacer leyes, sin empacho en recurrir al mecanismo espurio del decreto ley, como hoy explica LA RAZÓN. Pablo Iglesias supo negociar un pacto de legislatura escrito y firmado que se ha ido cumpliendo inexorablemente, desafiando incluso el disgusto de la opinión. Ni la extrañeza generalizada ante muchas ideas LGTBI, ni el desastre judicial de la ley del Sí es sí, ni el dolor por la eliminación penal del delito de sedición han frenado a Sánchez y sus socios. La lista de leyes nuevas es interminable y aún quiere aprovechar el gobierno este año para sacar adelante otras tantas. La consecuencia es la profundización en las dos Españas, como ha sabido poner de relieve muy pintorescamente Ramón Tamames esta semana. Hay un empoderamiento de los extremismos e independentismos y una creciente incapacidad para el centro y el consenso. El catedrático de economía lo sabe juzgar bien porque proviene del Partido Comunista y se fue deslizando suavemente hacia IU y finalmente al Centro Democrático y Social (CDS) hasta converger sorprendentemente con VOX en la diagnosis de la disolución de España.
La moción de censura no ha servido para aplacar nada de esto. Lo que el común ha visualizado ha sido un partido de ultraderecha desafiando a Yolanda Díaz y Sánchez. Otra vez los extremos. El candidato que aspira a conquistar el centro, Alberto Núñez Feijoo, se quitó de en medio y ni estuvo en el Parlamento, prefirió irse a la UE.
El periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung resumía esta semana: “El partido populista de derechas Vox apoyó a un comunista histórico en contra del presidente Pedro Sánchez, pero el parlamento rechazó la moción de censura”. Es bueno leer lo que escriben fuera porque da idea de lo raros que nos ven. Y de lo muy “centrado” que sale Sánchez en la imagen exterior. De hecho, el periódico alemán pasa enseguida a contar cómo nuestro mandatario viaja a China este semana para intentar mediar en el conflicto de Ucrania.
En clave interna, nacional, lo único que ha cambiado tras el debate de la moción de censura es la imagen de Yolanda Díaz, que se ha hecho más conocida. Puesto que ha sido Sánchez el que le ha cedido parte de su protagonismo, ha quedado meridiano que el PSOE está interesado en usar el proyecto político de la vicepresidenta para debilitar a Podemos en las elecciones. Todo los demás sigue igual. Los que iban a votar a Vox, ratificados en seguir votándolo; los que apuestan por la moderación, felicitándose de que el PP se abstuviese en el Parlamento; los que eligen izquierda, encantados de haberse conocido.
Volviendo al encabezado de este artículo ¿qué hacer con España? La izquierda parece saberlo. Más endeudamiento e impuestos, muchos subsidios, alianza con Estados Unidos y Marruecos y un buen chorreo de ideología de género y feminismo de escaparate. También Vox lo expresa: justo lo contrario, menos impuestos, más liberalismo, nacionalismo centralista y lucha contra el pensamiento LGTBI. Lo que no parece tan claro es la propuesta de los populares. Por supuesto que los gobiernos de Aznar y Rajoy manifiestan las líneas maestras de lo que el PP hace cuando llega al poder, pero un proyecto político requiere ilusión. No se gana las elecciones sólo a la contra, hay que visibilizarse. A estas alturas Alberto Núñez Feijoo es economía social de mercado, moderación, capacidad de tender la mano y alguna promesa rotunda, como la eliminación de la ley de “autodeterminación de sexo”, pero se trata de un perfil poco contundente para llegar con impulso a las urnas. Hay que diseñar futuro.
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