El trípode

La alternancia o la alternativa al «Paraíso terrenal»

La democracia liberal requiere de una alternancia en el gobierno entre las fuerzas que representan el centro derecha y la socialdemocracia

Uno de los grandes debates abiertos tras el 23J es el de la reunificación del centro derecha como asignatura pendiente para hacer realidad la derrota de la «izquierda extrema y la extrema izquierda» hoy agrupadas en el sanchismo gubernamental. Si se persigue una mera «alternancia» en el poder, entre el PP y el PSOE volviendo de hecho al «bipartidismo imperfecto» vigente desde 1978 y que quebró en 2014 con la crisis financiera y la subsiguiente crisis social y política que alumbraría la denominada «nueva política», el argumento puede valer.

Hoy, con la desaparición de las dos formaciones que representaban esa presunta novedad, encarnadas en sus dos líderes Pablo Iglesias y Albert Rivera respectivamente, la urgencia y necesidad de la referida reunificación del centro derecha nacional, parece un axioma indiscutible, ya que la democracia liberal occidental requiere de una alternancia en el gobierno entre las fuerzas que representan en sentido amplio el centro derecha y la socialdemocracia en la sociedad. Al respecto, se predica que la división la debilita, en tanto que la unidad la fortalece y la posibilita.

Es evidente que aritméticamente es así, pero sucede que los sumandos de esa operación los integran votos que no son simples cifras, sino la expresión de la voluntad que mueven las convicciones, principios, valores e intereses de la pluralidad humana del correspondiente cuerpo social de la nación. En Europa y en todo Occidente, el globalismo plutócrata impone el dogma laico de la Agenda 2030 como camino obligado para conseguir el paraíso terrenal en nuestro Planeta, garantizando su sostenibilidad. El cambio climático es la nueva religión de obligado cumplimiento por todos los ciudadanos para conseguir esa meta.

En ese paraíso, la inclusión social sin acepción de géneros ni sexos es la única ideología aceptada. La superpoblación del Planeta es asimismo un riesgo a prevenir por cuanto no asegura su sostenibilidad y por tanto debe ser impedida mediante el aborto reconocido como un derecho fundamental, y la eutanasia para facilitar –no una vida digna– sino una muerte «digna». El hombre es una criatura que está al servicio del Planeta Tierra, que tiene unos derechos ecológicos esenciales para ser sostenible.

En esta «arcadia feliz» estamos inmersos, donde al final «no tendremos nada pero seremos felices». Por desgracia, no es el guion de una mera novela distópica ni el fruto de «una mala noche en una mala posada», sino el plan de esa nueva redención plutócrata. La «alternancia» sirve a esa estrategia. La «alternativa» es apostar decididamente por nuestra libertad, desde una cosmovisión cristiana. Y esa es la cuestión aquí y ahora a debate en España.