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Anomalías españolas y la industria de las mentiras

Joan Ridao considera una «anomalía» que Josep Rull, presidente del Parlamento catalán, retuerza la ley para convocar una sesión de investidura, que no es de investidura, pero permite poner en marcha la cuenta atrás

Javier Marías (1951-2022) en «Tu rostro mañana», la novela del académico español al servicio del MI6 británico que regresa a Oxford después de separarse de su mujer, escribe que «se ahonda en la anomalía». Joan Ridao, profesor de Derecho Constitucional, letrado mayor Parlamento catalán (2018-2021) y también exsecretario general de ERC, considera una «anomalía» que Josep Rull, presidente del Parlamento catalán, retuerza la ley 13/2008 –de la que Ridao fue ponente– para convocar una sesión de investidura, que no es de investidura, pero permite poner en marcha la cuenta atrás hacia otras elecciones si no se logra elegir presidente de la Generalitat. Lo llaman «acto equivalente», pero «está pensado para como último recurso para situaciones extremas, de bloqueo total», precisa el ex letrado mayor. No es obvio que ahora se dé esa situación. Eso sí, Salvador Illa no quiere presentar su candidatura sin tenerlo todo atado y Puigdemont, el otro aspirante, aunque remoto, tampoco está dispuesto a arriesgarse a un batacazo parlamentario.

Toda una anomalía, que no es la única en el escenario español, en donde cada día hay más. Es anómalo lo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), un asunto enquistado, pero también que el Banco de España esté sin Gobernador, con «sede vacante». No menos anómalo resulta, al margen de lo que cada uno piense de él, que el presidente argentino visite España y no sea recibido, ni por protocolo, por nadie del Gobierno, como han hecho en Hamburgo el canciller alemán Olaf Scholz, y en Praga Peter Fiala y Pert Pavel, primer ministro y presidente de la República Checa. Personajes igual de extremistas y bocazas como Milei han sido recibidos otras veces en España incluso con pompa y circunstancia, pero ahora las mentiras gozan de buena salud. Acaba de publicarse la traducción castellana de «La industria de las mentiras» (Deusto), del israelí Ben-Dror Yemini, un libro para escandalizar a los políticamente correctos, pero revelador, imprescindible. Se centra en el conflicto árabe-israelí y habla de mentiras insidiosas, proporcionales, basadas en hechos reales y de mentiras académicas. El libro va más allá del drama de Oriente Medio y explica cómo, a veces, para movilizar a las masas –a los votantes– hace falta una mentira cuanto más grande mejor, porque ya lo escribió Hitler (1889-1945) en Mein Kampf, la gente «no creería posible que nadie pudiera tener la desfachatez de distorsionar la verdad hasta ese punto». Ocurre en muchos sitios y también en España, en donde «se ahonda en la anomalía», como sugería Javier Marías.