El trípode

La «antiespaña» republicana

La forma del Estado español es la monarquía parlamentaria, siendo el rey o la reina quienes ejercen la Jefatura del Estado, pero los apoyos de Sánchez para seguir en La Moncloa son formaciones que no sólo quieren irse de España mediante su ruptura

¿En qué cabeza cabe que el Gobierno de un país se forme sobre la base de los votos de partidos claramente defensores de la ruptura de dicho país, y que además boicotean todos los actos que la Constitución establece que corresponde ejercer a la Jefatura de su Estado? Es un auténtico oxímoron que atenta contra el principio de no contradicción, según el cual una cosa «no puede ser y no ser» al mismo tiempo.

Es el caso que nos afecta en España por obra y gracia de la persona de Pedro Sánchez, cuyos principios –a juzgar por sus acciones– se resumen en que «el fin de satisfacer sus deseos e intereses, justifica todos los medios necesarios para conseguirlos». Entre ellos se incluye la mentira, el engaño y la falsedad, transformados por su persona en meros «cambios de opinión». Por supuesto, siempre «casualmente» motivados por ser lo más conveniente a sus intereses particulares. Cuando el compromiso de respetar la palabra dada es algo inexistente para una persona, es imposible confiar en ella. Por algo el cumplimiento de la misma siempre se ha considerado como una cuestión de lealtad, con la expresión de afirmar algo bajo «palabra de honor». En una democracia, la confianza entre los ciudadanos y los representantes elegidos por ellos es un vínculo que se establece mediante su voto, ganado sobre la base del compromiso de cumplir un determinado programa que complace al ciudadano elector. Es evidente que si se hace difícil la mera convivencia y relación con una persona privada cuando su palabra carece de valor por estar acreditado su reiterado incumplimiento, esa relación resulta particularmente dañina y tóxica si el sujeto es una persona pública y de singular responsabilidad. Que es lo que sucede en España en estos momentos.

La forma del Estado español es la monarquía parlamentaria, siendo el rey o la reina quienes ejercen la Jefatura del Estado, pero los apoyos de Sánchez para seguir en La Moncloa son formaciones que no sólo quieren irse de España mediante su ruptura, sino que desean que se constituya en una República. Que sería la tercera y, tras el monumental desastre de las dos precedentes, no precisamente esperanzadora según el aforismo popular de que «no hay dos sin tres».

Dado el desprecio hacia España que proclaman los componentes de ese popurrí conocido como «sanchismo» –ERC, Junts, Bildu, BNG y el PNV según le convenga en cada momento–, se entiende que deseen que esa República se haga realidad. Y esperan avanzar hacia ello de la mano del sanchismo.