El trípode

El «apaciguamiento» sanchista del secesionismo

El sanchismo se atreve a afirmar que su política de «apaciguamiento» con los secesionistas, ha contribuido a la «normalización» de la vida política y social de Cataluña

El sanchismo se atreve a afirmar que su política de «apaciguamiento» con los secesionistas, ha contribuido a la «normalización» de la vida política y social de Cataluña. Lo dicen como una demostración palpable de que su política es acertada. Bastaría recordarles el ejemplo del PM británico Neil Chamberlain, que ha pasado a la Historia como el referente de esa lamentable política, que se demostró tan deshonrosa como inútil para conseguir su objetivo en un momento crítico para Europa y el mundo. Salvando las distancias, el paralelismo de ambas es una palpable realidad. Pero no acaba ahí la respuesta a su osadía, ya que el PS actúa como un bombero pirómano que acude a apagar el incendio previamente provocado por él. Es obligado recordar que hasta el primer tripartito, con Pasqual Maragall al frente, a finales de 2003, no se había planteado la necesidad de ningún nuevo Estatut en Cataluña, y que lo promovieron los socialistas. «Apoyaremos el Estatut que venga de Cataluña», afirmó Zapatero en el mitin central de la campaña autonómica, y de aquellos vientos –incluso con la hostilidad de CiU y el PP– vinieron las tempestades posteriores. Su inconstitucionalidad y la crispación generada fue el caldo de cultivo para el «Procés» que afloraría con todo su radicalismo cuando el PP accedió al gobierno de España en diciembre de 2011 con mayoría absoluta. Apenas un año después, Artur Mas ya como «president» comparecía en el Parlament para anunciar que ponían «rumbo de colisión con el Estado». Esa colisión tendría su punto culminante el 1º de octubre de 2017 con aquel pseudo referéndum. Ahora Sánchez y su portavoz parlamentario Pachi López, –el que le dijo que «no sabía lo que era una nación»– están dispuestos a amnistiarles de todos aquellos gravísimos delitos y «legalizarles» otro referéndum a cambio de seguir en el poder. Son testimonios indubitables las declaraciones de Sánchez apoyando la aplicación del artículo 155, y el «grave delito de rebelión (sic) cometido». Sin duda, es un «mero cambio de opinión» su posición actual desarmando al Estado frente a la nueva agresión a la unidad nacional y a la convivencia, que anuncian eufóricos «volverán a hacer». Desde luego, con este PS (exespañol), es mucho más factible y cómodo, ya eliminados esos delitos del CP. Los «cambios de opinión» de Sánchez los paga España. Este PSOE tiene la responsabilidad histórica de haber seguido a su jefe incondicionalmente, priorizando sus intereses políticos personales por encima del interés general de la Nación. El PNV tiene ahora un mes por delante para repensárselo. Si quiere, que no lo parece.