Eleuteria

El argumento desesperado de los críticos de Milei

Cuando los datos contradicen su narrativa, no corrigen la narrativa, niegan los datos

Si uno analiza los principales indicadores macroeconómicos y sociales de la Argentina, comprobará que el resultado de las políticas económicas de Javier Milei durante sus dos primeros años de mandato ha sido muy positivo. La inflación ha caído con fuerza, la brecha cambiaria ha desaparecido, el PIB trimestral se sitúa por encima del nivel previo a su llegada a la presidencia y, sobre todo, la tasa de pobreza ha descendido hasta mínimos no vistos desde 2018. Son datos tan incontestables que muchos críticos del programa de estabilización no han hallado otra escapatoria que negar la validez de las estadísticas oficiales. Durante meses insistieron en que los números eran «truchos», que el Gobierno manipulaba los datos y que la realidad de la calle desmentía la supuesta mejoría. Cuando La Libertad Avanza perdió las elecciones provinciales en Buenos Aires, encontraron su tabla de salvación: si la economía marcha tan bien, decían, ¿por qué la gente no vota a Milei? A partir de ahí, el razonamiento era simple: si el Gobierno pierde, las estadísticas son falsas; si las estadísticas son ciertas, el Gobierno debería ganar.

Pero esa lógica se ha vuelto en su contra tras la reciente victoria nacional de La Libertad Avanza. Si el mal resultado provincial demostraba el fracaso económico, ¿no debería ahora la victoria nacional demostrar el éxito? Obviamente, no aplican su propio razonamiento cuando deja de favorecerles. El argumento, tan contundente cuando convenía, desaparece cuando incomoda. Para sostener su relato, han improvisado una nueva explicación: Milei ganó porque Donald Trump condicionó su apoyo financiero a su triunfo. Un recurso desesperado. El principal mecanismo de ayuda estadounidense –el swap de dólares con el Banco Central– ya había sido firmado antes de las elecciones y no dependía del resultado. Y, en todo caso, es absurdo pensar que millones de argentinos votaron a quien supuestamente los empobreció solo para que Trump financie la continuidad de esas mismas políticas.

En realidad, deberían aceptar su propia lógica: si la situación económica fuera tan catastrófica como afirman, lo racional sería votar contra Milei, no a favor. Según nos decían, nadie respalda a quien lo arruina para que pueda seguir arruinándolo. Lo que realmente demuestra este episodio es, por tanto, la incapacidad de sus detractores para aceptar la evidencia empírica: cuando los datos contradicen su narrativa, no corrigen la narrativa, niegan los datos. Y cuanto más excavan para justificar su error, más profundo se hunden en él.

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