
A pesar del...
Bienvenido míster Chaplin
Los periódicos llegaron a tirar en 1930 tres millones de ejemplares, «una cifra asombrosa para un mercado tan limitado que, tras un prolongado declive, no se alcanzaría de nuevo hasta finales de los años ochenta».
El historiador, catedrático y académico, Juan Francisco Fuentes, observó que casi nadie se había preguntado por qué la España «recién salida del trauma del 98 y sometida a un fuerte proceso de nacionalización, acelerado durante la dictadura de Primo de Rivera, cayó rendida al encanto de Yanquilandia». En otros países se registró un fenómeno parecido, pero en España «aún estaba reciente la feroz campaña antiyanqui» lanzada por doquier durante la guerra de Cuba. Pese a ello, «para muchos españoles nacidos con el siglo, el antiguo enemigo se había convertido en modelo a seguir». Expone este acercamiento en Bienvenido Mister Chaplin. La americanización del ocio y la cultura en la España de entreguerras (Taurus).
Los aspectos económicos merecen ser subrayados porque en estos años hubo una apreciable prosperidad en nuestro país, reflejada en el negocio del cine. En 1914, la ciudad con más salas del mundo, después de Nueva York y París, era Barcelona. Las comparaciones entre la Quinta Avenida y la Gran Vía madrileña eran habituales. Los periódicos llegaron a tirar en 1930 tres millones de ejemplares, «una cifra asombrosa para un mercado tan limitado que, tras un prolongado declive, no se alcanzaría de nuevo hasta finales de los años ochenta».
Algunas anécdotas que cuenta el profesor Fuentes sobre la americanización de España son muy divertidas. A finales del año 1920 El Socialista se hizo eco del divorcio de Charles Chaplin y la actriz Mildred Harris. Como la ya ex señora de Chaplin había alegado entre los motivos de su separación las simpatías bolcheviques de Chaplin, El Socialista se puso inmediatamente del lado del «compañero Charlot». En otros aspectos la izquierda era, como sigue siendo, ridículamente puritana, y entonces secundó la Ley Seca, aunque con la boca pequeña, y nunca mejor dicho, dada la afición de tantos afiliados. Siempre contra el progreso, El Socialista condenó el cine sonoro como una «adulteración».
Rafael Alberti ratificó la propensión izquierdista de despreciar al pueblo, y publicó en el exilio en Buenos Aires en 1942 un bodrio de poema titulado: «Sonsonete contra la Coca-Cola».
Más atinados estuvieron, como siempre, los millones de trabajadores que se entusiasmaron con la producción artística y cultural norteamericana y se lanzaron a consumir desde el jazz hasta todo el cine de Hollywood. También acertó el nieto de Marx, Jean Longuet, que visitó España en 1930 y calificó a Madrid como «brillante capital ultramoderna».
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