A pesar del...

Bienvenido Mr. Vance (o no)

No parece que nuestros llamados progresistas vayan a apreciar ningún aspecto liberal que pudiese tener el candidato a vicepresidente de Donald Trump

Tituló El País en portada: «Trump elige a un joven extremista de número dos». Dejemos de lado el hecho de que la prensa progre jamás habla así de los políticos de Bildu, por ejemplo. Pero, veamos, ¿qué es lo que tiene J.D. Vance para ser tan poco bienvenido?

En 2017 reseñé en estas páginas su libro Hillbilly, una elegía rural, que publicó Deusto. Es una autobiografía que pretende reflejar los problemas de la clase trabajadora blanca, y subrayar los valores del esfuerzo y el mérito personal –https://bit.ly/3Wnl5aX. Comprendo que esto disguste a la izquierda, como el catolicismo de Vance o su crítica a la ayuda militar a Ucrania, en lo que coincide con Trump. Considera imperdonable el que sea «negacionista» del cambio climático, que es como la progresía descalifica a cualquiera que ponga mínimamente en duda el apocalipsis ecológico inminente.

Desde una perspectiva liberal, Vance es peligroso porque puede intensificar el antiliberalismo del expresidente, con su prédica contra la inmigración, por ejemplo. La prensa americana subrayó sus mensajes proteccionistas en línea con los sindicatos más intervencionistas y el ala más estatista del Partido Republicano.

Quizá sea una cuestión electoralista. Apuntó The Economist: «Las propuestas de Vance obedecen más al oportunismo político que a una convicción ideológica genuina».

Graedon H. Zorzi, profesor del Patrick Henry College, calificó en el Wall Street Journal a Vance como «posliberal». Se trataría de un movimiento reciente que «aboga por la sustitución de las élites políticas actuales por otras más alineadas con los intereses del pueblo, orientadas hacia el interés general en una visión conservadora centrada en la virtud, la familia y la comunidad». Influido por pensadores como Patrick Deneen, los posliberales suelen ser católicos, y recuperan las ideas del comunitarismo, lo que según Zorzi podría explicar «su interés no solo en la familia y el matrimonio tradicional sino también en las políticas económicas proteccionistas, que podrían contribuir a restaurar las comunidades afectadas por la externalización de los empleos industriales». Esto podría tener un aspecto liberal, en el sentido de cuestionar la burocracia y el poder central, pero su recelo ante el mercado, en particular el exterior, es evidente.

Sea como fuere, no parece que nuestros llamados progresistas vayan a apreciar ningún aspecto liberal que pudiese tener el candidato a vicepresidente de Donald Trump.