El buen salvaje
El bombero torero contra los fuegos de España
Cuando al fin se enteran de que España arde no crean que desvían su camino sino que se empecinan en seguir la vereda verde que conduce al desastre
Hace días que España arde, pero hay algunos, como el presidente Sánchez, y no es el único, que han visto las llamas de pronto, como el eco de una fabulosa pesadilla, y se apresuran a soplar o sorber sin saber cuál de las dos opciones es la mejor. Nos azotan catástrofes naturales que algunos quieren emparejar con castigos divinos por no cumplir con nuestros deberes con el Planeta, pero son las leyes verdes y la obsesión por la agenda 2030 las que fomentan desastres que podían haberse evitado. Sucedió este invierno en Valencia y ahora se repite en media España. Los grandes enemigos de la Tierra y de nuestros bosques son los ecologistas, tan preocupados por la sostenibilidad del terreno y el bienestar animal. Lo peor que han hecho los políticos es dejar el campo en manos de gente de ciudad que no han visto parir una vaca y estaban a favor de dejar por escrito los derechos de las mulas de carga. Yolanda Díaz no ha conseguido la reducción de la jornada laboral para trabajadores (y trabajadoras), pero ay de quién se pase con los perros pastores. No hay nadie que quiera más a sus animales que un campero pero no los trata como a una mascota porque en la era no se viste a un perro, o a un burro, como para una alfombra roja.
Los campesinos han sido abandonados por una izquierda que solo satisface a urbanitas de Pozuelo con mala conciencia o a perros flauta que aspiran a convertirse en Ceos de su empresa para costearse los productos bio y copas menstruales con denominación de origen. La política rural es tan ridícula que cuando te la explica un paisano crees que es una broma con acento del país. Cuando al fin se enteran de que España arde no crean que desvían su camino sino que se empecinan en seguir la vereda verde que conduce al desastre.
Hemos visto campañas de publicidad ministeriales con cuerpos «no normativos» para que sepamos apreciar a las mujeres que no son Julia Roberts (los hombres que no tenemos los abdominales de Brad Pitt a los sesenta años nos aguantamos porque a quién se le ocurre ser masculino) y otras zarandajas de algunos miles de euros, todas fracasadas porque no han evitado las dietas antes de la Operación Bikini y ese gesto de meter tripa en el glorioso camino hacia la orilla. Ni un euro para la prevención mediática de los incendios. El campo es un terreno facha. Solo hay que ver lo bien que le va a Vox. Las opciones más sensatas se queman en la ira inquisitorial de su propio desvarío haciendo de bombero torero.