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Letras líquidas

«Ok, ‘boomer’» o el riesgo de fractura por las pensiones

Si no se equilibra pronto el reparto de esfuerzos y beneficios, la profundidad del «crack» generacional quedará muy lejos de bromas virales e inocuas

Vista de la gente en la calle Preciados en Madrid este domingo antes del comienzo de la Navidad JUAN CARLOS HIDALGOEFE

Comenzó como un «meme» en 2019 y terminó convertida en emblema de las tensiones generacionales. «Ok, ‘boomer’» se oficializó como la respuesta habitual para cuestionar o descalificar las opiniones de alguien basándose en su fecha de nacimiento: una manera sutil (o no tanto) de hacerle saber al interlocutor que estaba pasado de moda. Se hizo viral, se estampó en tazas, camisetas y resto de «merchandising» y resumía, en tan solo dos palabras, las tiranteces entre las distintas edades. Un clásico, pero aumentado: nunca como hasta ahora habían convivido tantas generaciones en las sociedades occidentales y nunca como hasta ahora, claro, se habían abonado tantos potenciales conflictos entre ellas.

A las tensiones propias de los enfoques divergentes, se añaden, con especial intensidad, las derivadas económicas y las pensiones como ejes del debate político. Vivimos más y esa circunstancia, buena «per se», obliga a repensar un plan diseñado en otras condiciones ya muy lejanas, aquellas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Basta mirar estos días a Francia para comprender la dimensión del colapso que recorre Europa y rebasa fronteras («Le Monde» apunta a que ha llegado «la hora de la verdad»), aunque, eso sí, cada país afronta la encrucijada con sus herramientas y sus peculiaridades. En España no hay barricadas, ni altercados, ni protestas a lo «chaleco amarillo». Ni un ruido. Y ese silencio contrasta con las dudas (enormes y técnicamente argumentadas) que formulan los expertos sobre la viabilidad de la reforma del sistema de pensiones presentado por Gobierno y sindicatos.

La particularidad española radica en el desequilibrio creciente entre las condiciones y las oportunidades de las distintas etapas vitales. Dejando a un lado el enquistado paro juvenil (32,3 por ciento en los menores de 25 años), la relación cada vez más asimétrica entre la remuneración del grueso de los trabajadores y la de los pensionistas resulta insoportable: si la subida del salario medio en 2022 fue del 3,24 por ciento, la de la pensiones alcanzó los 8,5. Un panorama sociológico, como dividido por líneas imaginarias, que plantea realidades aisladas y ensimismadas en sus problemas, esboza un sistema insostenible, quebrado por una brecha tal que el futuro, y cualquier proyecto común, quedan difuminados. Ni rastro de los acuerdos sociales invisibles e intangibles que nos sostienen. Si no se equilibra pronto el reparto de esfuerzos y beneficios, la profundidad del «crack» generacional quedará muy lejos de bromas virales e inocuas. Y hacia eso vamos.

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