Aunque moleste

Los bulos del 11 M

La sentencia no aclaró todas las incógnitas y eso disparó las teorías

Se habla y escribe mucho estos días sobre el denominado «bulo del 11-M», pero desgraciadamente hubo en esa fatídica fecha, y en las siguientes semanas y meses, más de un bulo y más de dos, no siempre atribuibles a los mismos. Que Sánchez intente rememorar lo que sucedió para culpar al PP del atentado define bastante a quien realiza semejante acusación. No todo debería estar permitido en política y aprovechar una tragedia para rentabilizarla es un planteamiento despreciable. Como lo fue mantener la duda sobre la autoría del atentado con relación ETA cuando ya había datos más que suficientes para concluir que, en esta ocasión, no se trataba de la banda asesina por mucho que hubiera pistas y elementos que llevaran a ella. El gobierno del PP gestionó mal lo sucedido y lo pagó en las urnas. Aunque para bulos constatados, el de cierta cadena de radio afirmando que había suicidas en los trenes, cuando es evidente que no los hubo. No se pidió disculpas por ello, y hubiera sido necesario. ¿Quién puso en circulación semejante especie? Evidentemente no se trató de algo gratuito, que surgiera de la nada, sino que había interés en propalarlo para perjudicar electoralmente a Rajoy.

Que en un primer momento todos pensáramos que era ETA, incluidos Zapatero y el lendakari Ibarreche, no quiere decir que mantuviéramos esa tesis durante días, semanas y meses. Pronto supimos que se trataba de algo diferente. Por desgracia el tribunal sentenciador no aclaró en su fallo la totalidad de las incógnitas acumuladas, lo que disparó numerosas teorías o bulos sobre los elementos no aclarados en el juicio. El primero, la autoría intelectual y, el segundo, la financiación del atentado. Desde el señalamiento a servicios secretos extranjeros hasta un supuesto franquiciado islamista de la red Gladio, muchas versiones circulan aún por la redes o están impresas en diferentes libros, algunas de ellas alentadas por la confesión que, según la presidenta del Foro de Ermua, Inmaculada Castilla de Cortázar, le hizo a ella el presidente del tribunal: «hay cosas tan graves que mejor que no se sepan todavía, que se sepan más adelante». Declaración no mantenida o transmutada a la teoría del «fallo multiorgánico» para justificar hechos tan poco comprensibles como la rápida destrucción de los trenes y los enseres de las víctimas, la aparición de una mochila con tornillería cuando las personas asesinadas no presentaban heridas de ese tipo de metralla, la confusión sobre el doble tipo de explosivo o la condición de confidentes policiales o del CNI de algunos de los acusados.

La realidad hoy es que la mayoría de los españoles, si nos guiamos por algunas encuestas publicadas, piensa que hay cosas que no sabemos y que probablemente no sabremos jamás. El manoseo político del caso ha sido un insulto para las víctimas. Tras aquella fecha infausta de hace 20 años, el consenso se quebró casi de por vida en España, de manera que la situación de polaridad que hoy sufrimos no es sino una consecuencia más de la tragedia.

Ayer prescribió judicialmente el caso y a algunos nos queda la duda de si no debería haberse sentenciado que era un crimen de lesa humanidad, con lo que la matanza no prescribiría nunca. Al final se ha terminado imponiendo la voluntad de pasar página.